PADRES DEL CORAZÓN

HISTORIA

La paternidad de San Lorenzo sobre Boca, la más larga de todas, es una de las verdades más tajantes y absolutas del fútbol argentino. Una certeza estadística profundamente arraigada en el ideario, el cancionero y el folklore de este deporte. Disfrutada por propios, admitida por ajenos y aceptada por todos. Bueno, por casi todos

Estamos a horas de disputar un nuevo clásico con Boca Juniors. A horas, también, de que el lobby mediático del revisionismo nos la quiera “contar cambiada” una vez más. Seguramente veremos, tratando de contener la risa, historiales dibujados en la tele y en los diarios. Nos llegarán anuncios de la puesta en riesgo de la paternidad azulgrana. Recibiremos, también, infografías en las que se marcará que el Ciclón está apenas un partido por encima de su rival.

Los más osados llegarán, incluso, a contabilizar un encuentro de un torneo amateur anulado para decir que el historial ya está igualado

En esta cuestión puntual más que en otras, el resultado de los esfuerzos del revisionismo termina siendo hilarante. Patean tan “en contra” del sentido común futbolero, que la tergiversación de los hechos queda expuesta como nunca. Pocos ítems muestran tanto “la hilacha revisionista” como el intento de reescribir las estadísticas entre San Lorenzo y Boca.

Así lo reconoce el propio Oscar Bernade, ideólogo del revisionismo en Clarín, cuando después de hacer todo tipo de manipulaciones numéricas para ajustarse al “contemos todo” del suma-estrellismo, escribe con resignación: “Sean de dos, cuatro u ocho los partidos de diferencia, hay en el mundo futbolero un concepto de paternidad histórica muy difícil de revertir”.

Pero, más allá de esta confesión, no perdamos la chance de jugar un rato el juego de los revisionistas (como hacen algunos de los nuestros para validarse como “historiadores”). Imaginemos cómo serían las cosas si la historia que cuentan ellos fuera La Historia Oficial…

Historial fake

Si se considerara la diferencia de 7 partidos en favor de Boca registrada durante el amateurismo (o sea, si se le diera el mismo estatus a partidos entre aficionados que a partidos entre profesionales), no existiría el rápido comienzo de la paternidad azulgrana, con ese célebre gol de Arrieta a los 2 minutos de juego del primer enfrentamiento profesional en 1931. Ese cotejo, que se disputó en Boca y culminó 2-0 para el Ciclón, ya no honraría el hit “que nacieron hijos nuestros”, sino que apenas recortaría a seis la previa superioridad boquense.

Siguiendo con el historial ficticio de los revisionistas, San Lorenzo recién igualaría los triunfos de su rival en 1953, año en el que ganó los dos clásicos disputados. En este universo para-lelos, Boedo habría sido “hijo” de Boca durante más de dos décadas (1931-1953). Y volvería a serlo entre 1954 y 1959, otro año en el que logró imponerse en las dos oportunidades (1-0 de local y 2-1 de visitante).

La superioridad de San Lorenzo, según esta reversión de la historia, habría arrancado más de 30 años después del inicio del Profesionalismo. Más precisamente, en la 30º fecha del campeonato de 1960, cuando el Nene Sanfilippo marcó dos goles para vencer por 2-1. Hasta entonces, ningún cuervo habría podido cantarle “hijos nuestros” a un bostero. La paternidad quedaría en tablas en la 15º jornada del certamen de 1961 (0-1) y se reactivaría en la 30º de dicho torneo (3-0). Para 1963, en tanto, la diferencia a favor del Ciclón se estiraría a tres partidos.

La brecha del historial fake se ampliaría a seis con las dos victorias del Metropolitano 1968 (2-1 con goles de Cocco y el Lobo Fischer en la Boca, y 2-0 con dos tantos del Toti Veglio en Boedo). Y llegaría al récord de ocho partidos (y no de 15, como en nuestra realidad) en el Metropolitano 1972 (3-0, con tricota del Gringo Scotta en la Bombonera). Esos ocho de diferencia se sostendrían hasta el Nacional 1975 (torneo en el que se les ganó dos veces: 3-1 y 5-3). A partir de los 80, sin embargo, la paternidad revis(ion)ada cambiaría de manos y/o quedaría anulada varias veces.

Golazo del Gringo Scotta en la victoria 5-3 del 23 de noviembre de 1975

Realidad alternativa

Siguiendo esta realidad alternativa, la alusión a la espera forzosa de bosteros y quemeros en el ‘82 (“cuídense nuestros hijitos / hasta que vuelva papá”) prácticamente no tendría sentido. El triunfo xeneize por la mínima en la jornada inaugural del Metropolitano 1983 emparejaría las estadísticas apócrifas. El Ciclón pasaría al frente en el Metropolitano 1984 (1-0, gol de Crespín), quedaría abajo en la 34º fecha del torneo 1986/87 (1-3) y se situaría nuevamente arriba en la 27º jornada del campeonato 1987/88 (2-0, Marchi y Ortega Sánchez)

Vale la pena hacer un punto y aparte, antes de seguir relevando esta realidad alternativa, para pensar en todas las tapas de diarios y revistas deportivas referenciando la paternidad cuerva que bajo la reescritura revisionista desaparecerían para siempre, como los hermanos de la foto de Marty McFly en “Volver al Futuro”.

Boca volvería a empardar al Ciclón en esta estadística manipulada con su victoria 1-0 por la octava jornada del Clausura 2000. Y se convertiría en nuestro «padre», con otro triunfo por el mismo marcador, en la 17º fecha del Apertura 2000 (recuerden que, lejos de toda coherencia denominativa, el Clausura se jugaba en la primera mitad del año y el Apertura en la segunda).

San Lorenzo igualaría el historial fake y se pondría arriba con los dos 1-0 del año 2001 (oportunismo de Abreu en el Clausura y cabezazo goleador del Coco Capria en el Apertura). Nadie lo supo por entonces, pero Boca mandaría por un cotejo tanto en el Apertura 2003 (1-0) como en el Apertura 2004 (3-0). No obstante, el 3-2 del Apertura 2005 (tantos de Jonathan Bottinelli, Marciano Ortiz y Pitu Barrientos) posicionaría otra vez como padre a San Lorenzo.

Luego de tres emparejamientos xeneizes (Triangular Pompìlio 2008, Clausura 2010 e Inicial 2012), el Ciclón quedaría arriba de las estadísticas del revisionismo con el 3-0 del Torneo Final 2013 (anotaciones de Verón, Buffarini y Correa). Y ampliaría el saldo a favor a cuatro partidos gracias al gritadísimo gol de Matos en el 1-0 de 2015. Sin embargo, con tres victorias y un empate, Boca descontaría esa diferencia hasta quedar a un sólo cotejo en la actualidad.

Matos festeja su gol en el agónico triunfo 1-0 del 6 de septiembre de 2015

Agradeci-miento

Y así llegaríamos al partido del martes en la realidad alternativa revisionista. Alarmados (?) ante la posibilidad concreta de que Boca deje de ser Junior. Pero al mismo tiempo aliviados, porque al fin de cuentas no habría sido nuestro hijo durante un montón de años en los que, erróneamente, así lo creímos.

No nos quedaría más que agradecer, entonces, al lobby revisionista por abrirnos los ojos y hacernos comprender que aquella confianza con la que nuestros abuelos iban a la cancha para enfrentar a Boca era falsa, injustificada. También que nuestros padres la pifiaron en la mitad de los cantitos de tribuna que nos inculcaron. Que jamás tendríamos que habernos burlado de la Paternidad Xentenaria, ni recibirlos en cada clásico con la puteadita cariñosa, seguida del “te saluda tu papá”. Y que ya no podremos enseñarles a los más chicos que al compañerito de Boca se lo mira desde arriba, inflando el pecho con superioridad deportiva.

No nos quedaría más que ayudarlos a sanar heridas, a hacer las pases con tantos domingos de volver a casa cabizbajos. A olvidar todas esas impiadosas cargadas del lunes en el colegio o la oficina. Tendríamos que darles la  razón. Asegurarles que efectivamente las cosas son como ellos dicen, no como piensa el resto del mundo. Que en el mundo de sus sueños son los mejores en todo, siempre. Contarles que justo cuando Darth Vader está por revelarle a Luke que es su padre, entra en escena R2D2 con un estudio de ADN que lo desmiente.

Decirles que no somos sus padres biológicos (seríamos, como mucho, sus «padres del corazón»). Y que, pueden quedarse muy tranquilos, no se la vamos a volver a cantar. Ni nacieron hijos nuestros, ni hijos nuestros morirán.

AUTOR: Carlos Balboa

Socio 12.236. Socio Refundador 2.045. Miembro de DBV. Periodista.

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