DISTINTOS EN TODO

FUTBOL

En los años 80 San Lorenzo y R*cing transitaron escenarios conceptualmente similares. Penas deportivas e institucionales hermanaron a ambas instituciones en la consideración general. Éramos, para muchos, los grandes caídos en desgracia. Dos clubes con un pasado enorme y un presente ruinoso, que sólo seguían sosteniéndose en pie por la terca fidelidad de su gente.

No obstante, esa supuesta similitud partía de una falacia: la del acompañamiento incondicional de ambas hinchadas.

De memoria sabemos que el Ciclón batió récords de convocatoria en su paso por el ascenso, poniendo en duda cuál era el mejor día para que se juegue el fútbol grande (que por entonces estaba reservado a los domingos), recaudando más en una sola presentación que todos sus rivales en Primera, y haciendo de su mayor frustración futbolística su más orgulloso estandarte de amor por los colores. Ellos, en cambio, se despidieron de la “A” con 300 hinchas ante su clásico rival y se pasearon, dando lástima, por estadios de capacidades reducidas durante dos temporadas (que pudieron ser más, si no le robaban a Atlanta).

También sabemos que nuestros 21 años sin alegrías (entre el Nacional 74 y el Clausura 95) llegaron a su fin una mágica noche en Rosario, ante una multitud fervorosamente creyente de que el milagro era posible. Distinto fue el corte de los 35 años de frustraciones rasinguistas (entre 1966 y 2001), ciclo que culminó bajo el gerenciamiento de Blanquiceleste S.A. con uno de los títulos más sospechados de la historia contemporánea del fútbol local.

¿Y qué decir del combate de uno y otro club contra las privatizaciones? Si gracias a la movilización de nuestro pueblo no se hubiera impedido la firma del contrato de “cesión de derechos de imagen” con la -a posteriori quebrada- empresa suiza ISL, quién sabe si hoy San Lorenzo no habría “dejado de existir”, de no mediar un salvataje político, tal como el que amparó a R*cing, como cada vez que necesitó una mano amiga del Poder.

El tiempo pasó y también nos diferenciamos en la revalidación de nuestra grandeza. Nosotros nos reconciliamos con nuestro pasado, volviendo a Boedo y saldando la deuda internacional con tres títulos durante este siglo, incluyendo la anhelada Libertadores. Mientras tanto, R*cing montó una operación de revisionismo histórico para autopercibirse exitoso, contrarrestando con relato falaz la inexorable decadencia estadística de quedar debajo de Vélez en la suma de campeonatos.

Son estas realidades espejadas, justamente, las que matizan la rivalidad entre San Lorenzo y R*cing. Las que le dan un toque especial a este clásico de opuestos, que en algún momento -de debilidad azulgrana- el establishment pretendió equiparar.

Ahora bien, si de saldar deudas se trata, hay que reconocer que el historial con ellos es una mancha vergonzante. Ser el único grande que no sólo no le lleva una indescontable diferencia de partidos, sino que actualmente les da de comer con saldo negativo (-3), roza lo intolerable. Lejos de la necia autocomplacencia que a ellos los caracteriza, hay que hacerse cargo de este pagaré con la historia. Y empezar a levantarlo desde hoy.

 

Por Carlos Balboa
PARA DEBOEDOVENGO

AUTOR: De Boedo Vengo

Agrupación de socios de San Lorenzo fundada en Julio del año 2000 con la convicción de un San Lorenzo más grande, movilizado, en Boedo y como una Asociación Civil Sin Fines de Lucro.

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