LA VUELTA Y LAS BATALLAS QUE SE VIENEN

VUELTA A BOEDO

Habían pasado escasas horas de la firma del histórico acuerdo con Carrefour y, como en cada ocasión en que la Vuelta a Boedo dio pasos trascendentales, el diario La Nación sacó una nota en contra.

Me refiero a la nota (sin firma) titulada “Por qué San Lorenzo perdió  el predio de Boedo”, del 4 de abril.

En ella se incluyen afirmaciones inéditas (y absurdas, si realmente alguien pensó en tal cosa), tales como que a fines de los 70 desde la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires “se advirtió por la gran cantidad de estadios en Buenos Aires. Según una versión, se pedía que San Lorenzo, Huracán y Vélez tuvieran un único escenario”. ¿La fuente de tal versión serán los funcionarios de Cacciatore de aquella época?

Continuando la lectura, la nota afirma que “como el Viejo Gasómetro era antiguo, de madera y los accesos eran complejos en un barrio que crecía, se presionó al club, envuelto en deudas y pedidos de quiebra, para vender los terrenos”.

Sin quererlo, la nota confirma las presiones de la MCBA para que San Lorenzo venda. Algo que ya sabemos los sanlorencistas pero que siempre ha sido negado por sectores opuestos a la Vuelta.

El texto es breve, sin firma, de bajo nivel y sin fuentes citadas. Parece una nota inocente que hasta confirma que el club fue extorsionado. Pero el mensaje principal de la nota está lejos de la inocencia.

Para empezar, pretende afirmar que detrás del exilio de San Lorenzo había razones urbanísticas atendibles. El argumento que dice que “la Vuelta es una barbaridad, con la cantidad de estadios que hay en Buenos Aires” es un argumento actual, que hemos escuchado más de una vez.

Y luego menciona la cuestión de los “accesos complejos”, cuestión que difícilmente se pudiera plantear en 1980, con un parque automotor mucho menor al actual, pero que es otro argumento actual contrario a la Vuelta a Boedo.

Es decir que la nota promete en su título presentar las razones por las que San Lorenzo perdió el predio pero en su interior enumera argumentos (que hemos rebatido en DBV infinidad de veces) por las cuales no debería volver a construir su estadio en Boedo. En verdad, sólo le falta afirmar que “el progreso obligó a la desaparición del Gasómetro”.

Son los argumentos de un urbanismo funcionalista, que analiza a la ciudad como si fuera una maquinaria (en lugar de cómo el escenario de interacción de colectivos sociales). Es un urbanismo de café, que no coteja sus afirmaciones no ya con datos empíricos sino directamente con hechos concretos, observables, tales como la convivencia de estadios de fútbol con barrios de clase media e incluso media alta, tales como los de River, Ferro, Vélez, Argentinos Juniors, All Boys, etc. En realidad, a ese urbanismo de café no le importa contrastar sus afirmaciones con la realidad porque es una ideología de la ciudad. Ideología paradójicamente anti urbana, impulsora de una separación espacial casi total de las distintas actividades: vivienda, comercio, servicios, industria y equipamientos.

Ese urbanismo no se hace cargo de la ciudad empobrecida que propone ni de los resultados concretos de sus recetas. Desde su ideología afirma que los estadios son un mal para la ciudad pero no se hace cargo de que Boedo quedó paralizado en el tiempo desde 1979 y que no se produjo la mágica renovación que esperaban se produjera una vez removido el supuesto obstáculo al progreso que era el estadio.

La nota de LN puede ser una anécdota, pero nos recuerda algunas de las batallas que la Vuelta tiene por delante.

Por supuesto, la primera batalla es el completamiento del fideicomiso. Pero esta es una condición necesaria pero no suficiente para la Vuelta.

Porque si Carrefour construye su nueva tienda en un año y medio, como ha trascendido, al cabo de ese plazo (o antes) enfrentaremos la batalla de la opinión pública y la batalla legislativa, que están relacionadas.

En primer lugar, la batalla de la opinión pública, dónde San Lorenzo deberá luchar para instalar en los medios que la Vuelta beneficia al barrio. Notas como la de LN muestran que tendremos oposición en ese terreno.

En segundo lugar, la batalla en la legislatura porteña para lograr el cambio de zonificación que nos permita construir el estadio. En ella San Lorenzo deberá luchar por convencer a los legisladores de que los postulados del urbanismo de café son falsos.

No es una misión imposible pero no debemos confiarnos, porque los preceptos del “urbanismo” anteriormente citado, si bien edificados sobre preconceptos fácilmente rebatibles, son aceptados por muchas personas como verdaderos.

Ayudará haber logrado un buen resultado en la batalla por la opinión pública.

Y ayudará que el proyecto definitivo contemple muy especialmente la mitigación de potenciales impactos ambientales. El proyecto de EcoEstadio apuntaba en ese sentido y seguramente, aún con cambios en el diseño, la orientación se mantendrá.

La representación de San Lorenzo en el tema (Dirigencia, SCH) ha logrado un avance histórico al concretar un acuerdo con Carrefour que se presentaba improbable hace no demasiado tiempo. Avance que entusiasma, ilusiona, emociona porque permite vislumbrar un futuro promisorio para el club.

Pero superada la euforia inicial, todos los sanlorencistas, cada uno desde su lugar, debemos prepararnos para aportar lo nuestro en las batallas que vienen en la Vuelta a Boedo.08

AUTOR: Marcelo Castillo

Miembro Integrante de DBV. Socio de San Lorenzo. Economista. Magister en Economía Urbana.

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