«SIEMPRE DEJÉ TODO»

FUTBOL PROFESIONAL

Nacido en San Cristóbal pero adoptado por Boedo a sus 12 años, Gonzalo Rodríguez se proclama hincha de San Lorenzo, uno de los tantos que se crió, y casi diría que nació en la Ciudad Deportiva del club: Iba todos los fines de semana, mi papá jugaba todos los domingos ahí, íbamos a los quinchos, era una cosa normal. Su historia en el club comenzó siendo mucho más chico de lo que creemos: a sus cinco años Gonzalo ya era socio y también estaba pisando la escuelita de fútbol sin saber que eso lo llevaría a la Primera División, a la Selección y a Europa.

Gonzalo es uno más de los nuestros. Tribunero y fiel seguidor de estos colores. “Empecé a ir a la cancha cuando hacíamos de local en Ferro o en Huracán”. Lo que empezó como un legado familiar (su padre también, cuervo de ley), se convirtió en una pasión infalible. “Cuando podía de visitante iba, pero de local íbamos siempre con mi papá o con mi hermana. Cuando ella creció empecé a despegar un poco porque mi papá empezó a ir con los vitalicios, y terminaba yendo a la popu con ella, según el partido”, menciona.

El hincha que jugó en Primera

Hace exactamente 19 años, un 26 de julio de 2002, Gonzalo Rodríguez debutó con la azulgrana frente a Rosario Central de visitante. Recuerdo el día que me puse la camiseta por primera vez, cuando jugué con mis ídolos… los que estaban en ese momento, el Beto Acosta, Pablo Michelini… a quienes yo un año antes veía desde la tribuna. Ahí empecé a caer acerca de la responsabilidad y lo que te genera ser hincha y jugador. Es una presión, porque cuando ganas disfrutás el doble, pero cuando perdés también duele el doble. Es algo hermoso, pero que se vive con una presión muy alta”, recuerda.

Luego de su debut, Gonzalo dirigió su carrera al continente vecino, jugando así en la Fiorentina de Italia y en el Villarreal de España, pero  esto no le impidió nunca seguir lo que dictaminan sus sentimientos por San Lorenzo. “Lo seguí siempre, a veces se complicaba por el tema de los horarios, ya que había cinco horas de diferencia y yo temprano entrenaba, entonces había partidos que no podía ver. Además, en ese momento que me fui no había la Internet que hay hoy, ni las páginas para ver los partidos, eso también complicaba”.

Muchas veces desde San Lorenzo se requería de la presencia del defensor. Ante enojos, quejas, él entiende que era una cuestión que lo excedía: “Acá en Europa se tienen que cumplir los contratos, son empresas y cada jugador tiene un valor, es un patrimonio”. Obviamente, es necesario entender que más allá de las necesidades del club también hay una carrera en pleno auge. En ese sentido, el defensor considera que “lo más importante cuando estás en el club es hacer las cosas bien, y yo había hecho las cosas bien. Por suerte había generado una venta, había entrado dinero en un momento muy complicado del club. Cuesta entender que esto es una profesión, es nuestro trabajo, aunque sea para mí el trabajo más lindo del mundo, y queremos jugar contra los mejores, y yo lo estaba haciendo”. Su paso por Europa, y finalmente, su regreso a nuestro país le permitió entender con otra perspectiva las diferentes vivencias que se traducen a través de este deporte: “Cuando volví a la Argentina me di cuenta de la presión que se vive, de lo fatalistas que somos en muchas cosas y que de estar arriba a estar abajo, pasa un segundo en el fútbol argentino. No hay un equilibrio. Pero bueno el hincha es así, o te quiere o no te quiere, no está a medias”.

Del barrio al mundo

A raíz de su consideración sobre el hincha argentino, fue inevitable querer saber cómo identifica al hincha cuervo: “El hincha de San Lorenzo es sufrido, pasional. Acompaña muchísimo. Yo no lo viví, pero cuando se fue a la B lo demostró. Al mismo tiempo, el hincha de San Lorenzo siempre quiere más. No le alcanza nunca. Es algo que para el jugador está buenísimo, te presiona, te empuja pero no es fácil. San Lorenzo en la última época, ganando la Libertadores, puso la vara muy alta”. Gonzalo asume que siempre como hinchas vamos a vivir con esa efervescencia, pero de todas formas eso también tiene que ver con el significado del club. “Con el barrio, con lo que es San Lorenzo, queda en evidencia que el que es hincha de San Lorenzo es porque de verdad lo siente. Es un club de barrio, pero muy grande”.

Gonzalo nos cuenta que allá en Valencia, España, donde está viviendo actualmente, es padrino de una peña llamada “Cuervo Che» y, aclara que “Son todos cuervos que se juntan a ver los partidos de acá de la zona”. Efectivamente, el amor por San Lorenzo trasciende las fronteras. El defensor recuerda que cuando jugaba en la Fiorentina, en Italia, le tocó ver muchas camisetas y banderas cuervas cuando jugaba él. “Estamos en todos lados, lo importante es dejar bien representado al club en donde estemos”.

Promesa cumplida

Gonzalo volvió a la Argentina para cumplir con su promesa de culminar su carrera futbolística en el club de sus amores. Un cuervo de palabra. “Claramente no fue lo que esperaba. Más que nada por el tema de jugar más. Llegué y no me tocó jugar. Después jugué 10 partidos y tuve una expulsión, y ahí volví a salir del equipo”. Y agrega: “Yo quería saber que podía llegar a estar preparado para esta segunda etapa en el club, pero bueno, siempre dejé todo. Priorice el club por encima de mí en muchas cosas”.

Gonzalo Rodríguez anunció su retiro a sus 36 años, el 23 de junio del año pasado, en medio de la pandemia: “Creí que era el momento porque no quería ser un peso para el club”. Y añade que “Los últimos seis meses sentía cómo estaba perdiendo las ganas de ir a entrenar y por ahí la motivación que tenía cuando era más joven. Sabía que no iba a estar al 100% como lo amerita un club grande”.

A principios de este año nos enteramos de que los cheques correspondientes a su retiro, habían sido rebotados. Hoy no sorprende, no es San Lorenzo el único club que está mal parado económicamente en la Argentina. Pero sí sorprende el trato que le brindaron al jugador, consagrado campeón de la Copa Sudamericana 2002. Consultado al respecto, Gonzalo menciona que “hubo momentos cuando me fui en donde no me atendían el teléfono y eso da bronca. Me dio bronca porque no son las formas, siempre me comporté bien y traté de solucionar el tema por todos los medios posibles, pero cuando ves que llamas y no te atienden, te dicen una cosa y hacen otra… la verdad que molesta. Pero ya hablé con Agremiados, que se manejaron muy bien conmigo y quedó en manos de ellos”.

Hay una realidad que a veces se nos escapa, los futbolistas también son trabajadores y como tales, tienen derechos. “Siempre dejamos pasar muchas cosas los jugadores, seguimos jugando y al final, esto es un trabajo. Vivimos de esto”. Esta llegada a Agremiados, nos trae a debate aquella idea que tenía Maradona de que realmente es necesario un sindicato de futbolistas. ¿Qué es lo que sucede frente a las necesidades de estos laburantes? Gonzalo considera que “Lo más importante es defendernos entre nosotros, porque los jugadores somos la parte fundamental de este deporte y a veces somos los últimos que tomamos decisiones. Creo que tenemos que mejorar, ser menos egoístas y pensar en el todos y no en el uno.

Sus dos verdaderas pasiones

Gonzalo no solo era un hábil defensor que lucía la azulgrana, desde muy chico estuvo ligado a la música. “Tocaba la batería desde los 12 años, después me di cuenta de que no se podía transportar con facilidad, y era aburrida para muchos. A los vecinos no les gustaba demasiado”, menciona entre risas. “Después me empecé a meter con la guitarra y me gustó mucho. Cuando estuve mucho tiempo lesionado, y con operaciones, me quedaba sentado y tocaba. Así me fui haciendo grupos de música, en Italia tenía una banda con la tocamos en un estadio y en teatros”.

Pero eso no es todo. A principios de este año, para condecorar la Copa Diego Armando Maradona y homenajear al Diego a meses de su fallecimiento, exfutbolistas se reunieron e hicieron una banda de rock. Y allí estaba Gonzalo junto a Héctor Bracamonte, Marcos Angeleri, Pablo Lugüercio y Pablo Bezombe. “Cuando salió esta idea de lo de Maradona, me llamaron. Cuando me dijeron no lo podía creer. Era como si me llamaran para la Selección en su momento”. La canción elegida fue “La Mano de Dios” de Rodrigo con una versión rockera y muy emotiva, que reunió imágenes del Diego en una de las tribunas del Estadio Bicentenario de San Juan  con una banda de futbolistas que cambiaron la pelota de fútbol por instrumentos y brindaron un homenaje a la altura de las circunstancias: “Homenajear al más grande desde otro lado fue una experiencia hermosa que reunió mis dos pasiones: el fútbol y la música”.

El fútbol, siempre el fútbol, como una constante. Nació su carrera en San Lorenzo y allí también fue donde terminó. Al menos, la de futbolista, lo que sigue es una incógnita: Hoy por hoy no me veo en un cargo el club, más que nada porque quiero ser un futuro entrenador. Es una carrera mucho más larga y complicada. Pero siempre estaré disponible para lo que necesite San Lorenzo, en el puesto que sea, aunque para eso sé que me tengo que preparar”, concluye. Dejando la puerta abierta para lo que el futuro depare, Gonzalo hoy sigue su camino en el Viejo Continente, pero sin dudas su casa continúa estando en el barrio de Boedo.

AUTOR: Cielo Manzi

Colaboradora en DBV. Socia de San Lorenzo nro. 127.825. Periodista.

1 comentario sobre ««SIEMPRE DEJÉ TODO»»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *