¿DE QUÉ BARRIO SOS? (PARTE III DE IV)

VUELTA A BOEDO

Como todos saben, Avellaneda es una ciudad que se disputan dos de los clubes más importantes del fútbol argentino, Independiente y Racing. Pero no muchos están al tanto de que, en honor a la verdad, ninguno de los dos nació en ella.

Más allá de la chicana -dolorosa para todo el fútbol argentino- de que hoy el único grande de la zona sea Arsenal de Sarandí, cuando decimos Avellaneda inmediatamente pensamos en Independiente y Racing. Lo curioso es que ninguno de los dos clubes, tan ligados a la ciudad, nació técnicamente en ella.

Sucede que a comienzos del siglo XX, Avellaneda todavía no era Avellaneda. Aún se llamaba Barracas al Sud y era, en definitiva, el Barracas que quedaba del otro lado del Riachuelo. Recién en 1904, un año después de la fundación oficial de Racing, se promulgó la ley que le dio al partido y a su ciudad cabecera el nombre del ex presidente Nicolás Avellaneda.

Racing surgió, el 25 de marzo de 1903, de la fusión de dos clubes creados por estudiantes del Colegio Nacional Central: el Football Club Barracas al Sud y Colorados Unidos del Sud (sí, Colorados). Si bien los jóvenes jugaban en un terreno de Alsina y Colón, cedido por el Mercado Feria del Ganado, el primer partido de Racing -como tal- fue en el barrio porteño de Palermo, donde hoy se ubica la Sociedad Rural.

No se trata del único lazo racinguista con la Capital Federal, ya que además de contar con su sede principal en Avellaneda, el club dispone de un anexo en el barrio de Villa del Parque desde 1940. Por otro lado, antes de hacer su actual cancha de cemento -finalizada en 1950- estuvo a punto de construir una en Retiro, donde actualmente se encuentra el hotel Sheraton, propuesta que llegó a dirimirse en una asamblea de socios, en la que el “no” ganó por escasos votos.

Para 1981, la Municipalidad de Avellaneda clausuró el “Cilindro” por falta de mantenimiento y el estadio se convirtió en un basural. Llegó, inclusive, a ser utilizado como depósito de papas. A esos tiempos de inquilinato debe añadirse una insólita innovación en esto del nomadismo, suscitada en el compás de espera entre el ascenso de 1985 y el inicio del certamen de Primera: el alquiler del plantel a un club mendocino (Argentino de Mendoza).

Además de sus instalaciones en Avellaneda, Independiente dispone de una sede en el barrio de Flores y de complejos deportivos en las localidades bonaerenses de Wilde y Villa Domínico. Pero su origen se sitúa en el barrio porteño de Monserrat.

En 1904, los empleados de “A la Ciudad de Londres”, una de las tiendas más elegantes de la antigua Buenos Aires (ubicada a dos cuadras de Plaza de Mayo, en la esquina de Perú y Victoria -actual Hipólito Yrigoyen-), fundaron el club Maipo Banfield para intervenir en torneos de fútbol con equipos de otras firmas comerciales.

Pese a que pagaban su cuota como los demás, los socios menores de edad no estaban autorizados a participar de dichos partidos, lo que dio lugar a una escisión. Reunidos en un bar de las calles Victoria y Bolívar, el 4 de agosto de 1904 ocho jóvenes de entre 14 y 17 años resolvieron crear el Independiente Football Club. Rosendo Degiorgi -uno de los ocho- fue nombrado presidente, y en su casa de Montevideo 1.585, frente a la plaza Vicente López y Planes, en pleno barrio de Recoleta, se improvisó la primera sede del club. Una segunda fecha de fundación es hoy tomada como la oficial. Sucede que no quedaron registros de lo acordado en 1904, y la más antigua acta que se conserva data del 1 de enero de 1905, cuando se realizó una reunión de Asamblea Directiva que nombró socios fundadores a todos los inscriptos hasta ese momento.

Para tener su primer campo de juego, Independiente alquiló un predio en Gaona y Bella Vista (Donato Álvarez), en lo que ahora es Plaza Irlanda, en el barrio de Caballito. A fines de 1905 mudó su cancha a la Avenida Boyacá (en Flores), y poco después a la Avenida San Martín (por Paternal). En 1906, la Escuela del Oeste le cedió un terreno en Tagle y Avenida Alvear (Av. del Libertador), en el límite entre Palermo y Recoleta, que luego ocuparía River.

Recién en la quinta mudanza, sobre el cierre de 1906, el club se asentó en Barracas al Sud, en un terreno de Manuel Ocantos al 600. Y hacia 1910 pasó al cercano predio de La Crucecita, donde erigió tribunas de madera que un voraz incendio destruiría en 1923. (Curiosidad histórica: “A la Ciudad de Londres”, la tienda tan vinculada con los albores de Independiente, había sucumbido al fuego en 1910).

El desastre caló tan hondo que los dirigentes del Rojo determinaron que la nueva cancha -la de “La Doble Visera”– fuera construida con cemento, material no combustible, pero mucho más costoso y hasta entonces jamás usado para un estadio en Latinoamérica. Las obras, que se llevaron a cabo en un terreno baldío conocido como “el Pantano de Ohaco”, culminaron el 4 de marzo de 1928. Unas ocho décadas más tarde, tras un inquilinato en lo de los vecinos, el CAI estrenó el “Libertadores de América” en la misma locación (y, poco después, en distinta divisional). Casa nueva, vida nueva, dicen, pero ese es otro tema.

En definitiva, Independiente y Racing son dos claros ejemplos de instituciones de desarrollo itinerante, que sólo pueden trasladarle a San Lorenzo la pregunta retórica que da nombre a estas columnas, ¿de qué barrio sos?, desconociendo sus propias idas y venidas históricas. Pero después de tantos viajes, mejor hacer un alto en el camino. Al menos hasta la próxima y última entrega. No te (la) pierdas.

AUTOR: Carlos Balboa

Socio 12.236. Socio Refundador 2.045. Miembro de DBV. Periodista.

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