La imagen de San Lorenzo pisoteada desde adentro.

INCOMUNICASLA

INSTITUCIONAL

La forma de comunicar es una característica de este modelo político que gobierna a San Lorenzo desde hace casi dos décadas. Podríamos decir la forma de incomunicar. Tal vez el inicio de todo esto sea aquel error de imprenta que le sirvió a Guil como vía de escape ante su principal promesa de campaña incumplida. Sin embargo, con Marcelo Tinelli y su trayectoria exitosa en los medios, se pensaba que al menos en este rubro San Lorenzo explotaría esa ventaja. Pero con decepción absoluta vemos que la comunicación oficial se diluye por falta de canales válidos y creíbles. Imaginemos un escenario ideal en donde se reúne la Comisión, se tratan los temas prioritarios, se plantean desafíos a corto y mediano plazo, se estudian políticas de estado pensando en el futuro, y en ese contexto el Director de Comunicación está tomando nota sobre los objetivos y estrategias institucionales que allí se exponen, donde cada área comunicará y actuará de acuerdo a lo establecido en esos encuentros, una sola voz, una sola versión oficial de lo que ocurre en San Lorenzo, con responsables y voceros creíbles e informados vertical y estratégicamente por la mesa chica del club. Sin embargo nada de esto ocurre en San Lorenzo por lo que la comunicación se va centrando en confesiones nocturnas de un presidente existencialista y un grupo de periodistas que ofrecen versiones oficiales en sus cuentas digitales. Muchas veces buscando datos oficiales sobre porcentajes en pases de jugadores solo llegamos a la información a través de la cuenta de un usuario, una especie de versión oficial sin dejar rastros, ya que con el tiempo esa información resultará discutible e incluso refutable sin que haya registros oficiales. El portal de transparencia brilla por su transparencia, es invisible a los ojos, como lo esencial. Y obrando de esta manera no solo se es poco exacto sobre lo que ingresa y egresa de San Lorenzo sino que además se manipula la opinión del hincha sobre ciertos jugadores o entrenadores cuando se los quiere desgastar o señalar con el fin de la victimización. Esto último realmente parece ser un método que comenzó con la salida de Kannemann, donde se señaló al jugador como conflictivo cuando su accionar demostraba todo lo contrario, y termina con la salida de Juan Ramírez.

San Lorenzo expone miserias que desgastan la imagen institucional del club. Y a largo plazo la imagen del club deja de ser una marca querida o confiable. A este circuito donde la información se bifurca entre voceros no oficiales y un presidente en pose adolescente, se le suma una problemática que envuelve a todo el club y es la falta de arraigo y orgullo de pertenencia.

Cuando el presidente de San Lorenzo pide licencia para hacer un show televisivo priorizando la frivolidad de un set televisivo por sobre el compromiso que le otorgó el socio, lo que está haciendo es dar un mensaje contundente que rebota adentro y afuera del club, donde se lo ve como una figura fundamental por lo que su licencia se traduce en imagen a un cuadro de vulnerabilidad. Estas actitudes muestran a San Lorenzo vulnerable como institución. Sabemos que su constante falta de acierto en cuestiones de política nacional y sus múltiples roles en el fútbol argentino (presidente con licencia de un club, presidente de la Liga y aspirante a presidente de la AFA…) convierten a San Lorenzo en su escudo personal cuando no en su talón de Aquiles por lo que todos eligen pegarle donde ellos creen que más le duele. Hace no mucho, siendo presidente, Tinelli acusó a un socio de amenazas contra él y su familia. En ese momento expuso a San Lorenzo como un club violento, tomado por la violencia. Ese fue otro golpe duro e inmerecido para la imagen del club. Sin embargo fueron sus “allegados” quienes agredieron a los jugadores en el aeroparque tras la caída en Córdoba. ¿Se les dará a esos allegados el trato que se le dio al socio acusado por Tinelli? Esos incidentes atentan contra la imagen de San Lorenzo y espantan de plano la idea del regreso con hinchas visitantes, si los propios allegados a la dirigencia se comportan como animales, difícil tengamos un final feliz en ese aspecto. Por otro lado resulta extraño que se agreda al plantel y se haga la vista gorda con una dirigencia que hace años dejó a San Lorenzo vacío de grandeza. Vemos por todos lados claros ejemplos que erosionan el brillo de la marca.

Esa falta de pertenencia, de orgullo, queda de manifiesto cuando un chico de la cantera manifiesta su amor hacia un jugador de otro club, dejando la imagen de San Lorenzo otra vez enchastrada por la falta de arraigo, de sentido de común o de respeto, según el posteo. Abundan los casos, pero por tomar de ejemplo los últimos días, vimos que Bruno Pittón le dio un Me Gusta a la publicación de Unión tras el 4-0 que nos propinaron en Santa Fe. A Pittón le gusta que el equipo que le paga el sueldo pierda por goleada con su anterior equipo. El pibe Sabella publicó que se había dado el gusto de jugar con su ídolo… ¿Torrico, Ortigoza…? No, Juan Ramírez, recientemente transferido a Boca en una maniobra donde no nos queda claro qué pasó, porque San Lorenzo no comunica como corresponde, agrede al jugador  y se victimiza. ¿Pero no hay nadie que le explique a Sabella qué es un ídolo? Y después ¿no hay nadie que le explique que Ramírez dejó plantado al equipo donde él también juega, un día antes del debut en la Liga? Claro… ya Palacios había confesado que su ídolo era Riquelme, por lo que evidentemente no importa la imagen del club. Vayamos anotando, un presidente en pose flogger y de licencia,  pibes de las inferiores que tienen de ídolo a un bostero, jugadores deprimidos que alientan las victorias de los rivales… Todo eso es ruido en la forma de comunicar nuestra imagen institucional. Cuando le vendemos un jugador a Boca y negociamos a otro, estamos dando aviso de una crisis superior. De un retroceso. Lo estamos mostrando. Somos Huracán reforzando a Boca. Cuando un jugador se manifiesta con absoluta libertad no estamos siendo abiertos de mente, estamos viendo cómo nos robaron el orgullo de pertenencia y el arraigo con el club.

Es fácil operar a San Lorenzo cuando nosotros mismos nos mostramos vulnerables, ignorados, abandonados. Es difícil conseguir apoyo cuando los socios que deberían fiscalizar la administración del club, aprueban un balance que demuestra y blanquea el vaciamiento institucional con un pasivo de casi doce millones de dólares. Difícil que alguien te preste dinero en esta situación y gran favor nos están haciendo dado que San Lorenzo no honra sus deudas.

En este contexto, damos ventajas, no explotamos la historia, sufrimos el presente y no queremos ni pensar lo que nos trae el futuro. El abandono institucional es total, se siente en el fútbol, en la Ciudad Deportiva, en la falta de proyectos para Boedo y en lo comunicacional se conjugan todas las miserias juntas, donde San Lorenzo no tiene una voz, ni una imagen, es una nube difusa mendigando la grandeza que se rifó en una década que poco nos dejó.

AUTOR: Claudio Leonel Diotallevi

Miembro Integrante de DBV. Socio de San Lorenzo nro. 16.883. Coordinador de Contenidos Audiovisuales en Torneos.

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