Un golpe certero, de esos que sólo la realidad puede dar. Veníamos atados con alambre, con algunos síntomas de mejoría, sacando resultados…. algo muy impropio de un Grande, tan conformista como peligroso cuando se naturaliza.
No jugamos el partido con el mismo ímpetu que ellos, tal vez ya no lo vivimos igual (habría buenos motivos sociológicos para comprender esto) pero siquiera presentamos mínimas equivalencias.
No ganamos las divididas, un descuido amateur en el primer gol, la capacidad física del equipo evidentemente se discontinuó y algunas decisiones desacertadas del DT… raro lo de Miguel Ángel Russo sabiendo que conoce en plenitud el barrio y el significado del partido. Le valoramos su función (que excede la de DT, por clara incapacidad de la dirigencia) pero evidentemente no supo transmitir el valor de lo que se jugaba, algo que conoce desde su primera infancia.
Ahora, también dijimos que la pelota no nos tape el bosque, ni en las buenas ni en las malas. La crisis institucional va en paralelo y no presenta atisbos de enderezarse.
Si bien resulta inexplicable el quórum en la última reunión de CD, ponemos en valor que la oposición juegue la interna adentro, que no extreme instrumentos para darle el alimento en la boca a quienes apelan a la Intervención. La gente acompañó la última marcha en día laboral ante una crisis de representatividad. Veremos cómo sigue…
El punto central sigue siendo el Gerenciamiento de la Sede (del resto de temas nada cambió), que el oficialismo ya dá por hecho inclusive anticipando las obras y el fee de entrada pero todavía debe votarse en la Asamblea. Esa será una buena medida de corroborar si lo que dicen los asambleístas en voz baja lo confirman con su voto. Veremos el juego prebendario si logra amansar el amor por los colores. Veremos si las prebendas compensan la condena social subsiguiente.
Mientras tanto, a MM se le sumó una nueva renuncia. Su incapacidad de conducir los propios (aquellos que amontonó para ganar) se sigue desgranando. Carece del principio de legitimidad: nadie se deja conducir si primero no se siente bien conducido. Al conductor lo definen los conducidos, nunca al revés. No lo entendió y probablemente nunca lo entienda.
En San Lorenzo aún prima el principio de «respetar los mandatos», incluso cuando se llevan el Club puesto y agravan la situación día a día. ¿Qué tema cuando colisionan ese infantilismo institucionalista y la suerte histórica de la institución, no? ¡Qué bueno sería que usen ese institucionalismo para tener buenas prácticas éticas!
Este dilema debe ser saldado, eso sí: en los límites del club, con la gente del Club.