Marcelo Moretti se mordió la cola. Es toda de él. Ahora, el escarnio público, escenas bajas de los conversos y el sabor agridulce para la oposición. Finalmente, fue gol en contra: alcanzó para ganar, pero no acredita ante el socio dotes propias. Hoy arranca un panorama incierto, profundamente incierto.
El ahora licenciado Presidente de San Lorenzo no tiene equipo de gestión. Armó en lógica electoral: amontonó mayoritariamente personajes del microclima, voluntades conquistadas a base de «donaciones», pero sin estirpe de dirigentes. La aritmética de votos lo encumbró (en una oferta electoral aplebeyada). Nunca tuvo dotes en el arte de la conducción.
Desde DBV sostenemos que el análisis es anterior a la información. Esta última coteja los análisis, y fuimos al hueso: «No dio la talla», «El pescado se pudre por la cabeza» y, contundentes ante su errático (y felinezco) andar: “El poder es como la plata: se gana, se pierde y se recupera. Pero la autoridad es como la vergüenza: una vez que se pierde, no se recupera nunca más”.
Moretti, inconsciente de la realidad, aferrado a que el arquero descuelgue un centro o que Cerutti lo tire para presentarlo como «logros de gestión», estiró la agonía de lo que era un mandato preñado de su propia acta de defunción. A la vuelta de la esquina, los riesgos de la anomia institucional.
Nunca tuvo dotes en el arte de la conducción, ni tampoco bordes morales. Verlo en la misa de nuestro Papa Francisco… compungido, generando un hecho político desde las entrañas del dolor sincero del Pueblo. ¿Sabrá aquello de los mercaderes y usureros expulsados del templo? Sin bordes ni contornos, banalizó cuanto se cruzó. Ni el Papa Francisco zafó, y ahí anduvo, con la misma cara del comprobante que le giró a Vila por Reali.
Atrás quedó Atomik, el gerenciamiento de la sede, los refuerzos en reserva, la agachada a Pipí e Insúa, el trueque de Auditoría a Matías Lammens por promesa de votos, el coqueteo con los proSAD…
Esto debió saldarse antes, dentro de la orgánica legal del club (nada del sueño húmedo de IGJ), y con altruismo y Política (con P mayúscula). Pero buena parte de la oposición se cobijó bajo el principio de «respetar los mandatos», aun cuando se venían llevando puesto el club y agravaban día a día el desastre de Lammens y Tinelli… Ese infantilismo institucionalista de la corrección política también dañó la integridad del Club.
La realidad es superior a la teoría. Bienvenidos.