Llego sobre la hora y me sorprendo por la cantidad de gente. Noche copera, o eso pareciera. Algunos más descreídos que otros, pero el ambiente -y las ganas de ver a San Lorenzo ganar- te motiva. Y no terminaste de acomodarte que ves cómo el rival está festejando el primer gol.
No nos despertamos, o no tengo el recuerdo, porque Defensa ya (nos) está bailando de vuelta.
Puteamos, y puteamos con fuerza. Para que nos escuchen los que nos tienen que escuchar, pero esta vez dura poco ese grito de guerra. Enseguida suena el «dale San Lorenzo» y no puedo evitar pensar que tanta tibieza nos va a matar.
Tres a cero y podría ser goleada histórica. Pienso que ni con un cinco a cero en contra seríamos capaces de reaccionar. Como bien dice Manuel Agote, integrante de la agrupación, el día de mañana todos deberemos rendir cuentas por lo que hicimos o dejamos de hacer.
Pero también entiendo que esto es fútbol. Y el fútbol es una montaña rusa constante, por eso lo amamos y lo odiamos en la misma medida (o por lo menos nosotros, hinchas de San Lorenzo). Entonces entre tanta bronca, tanta desilusión, el cántico cada vez es más fuerte y vos sabes que no vas a poder evitarlo. Ya estás saltando y gritando con furia. Y se escucha fuerte, y eso late en vos. Es lo que te lleva, semana tras semana, al mismo lugar. Todos tenemos nuestro lugar en el mundo; algunos lo descubren tarde, otros tenemos más suerte…
Y llega el descuento y metes «puñito» o lo gritas como Blandi. Cabezazo de Zapata y te pusiste a uno.
James saca de la línea lo que era el cuarto gol y, en la misma jugada, aparece nuestro San Torrico. Siempre él. Penal en contra y esa ilusión que crees que, de una vez, se termina; pero no. Porque con Torrico siempre tenemos una vida más. Contra Gimnasia pudo haber sido goleada, pero siempre poniendo el pecho nuestro único héroe… Y algunos lo quieren jubilar…
Martegani nos cambia el partido y nos regala ilusión (gracias pibe), pero lo nuestro es una ráfaga y Defensa nos lo deja bien en claro sellando el cuarto gol. Y sí. Esto es el fútbol. Amarlo y odiarlo. Y odiarlo y odiarlo… parecemos destinados a padecer; aunque claro, nada es casualidad acá.
Terminamos lamentando con el alma la última jugada de Centurión, la cual nos daba el empate. Y no, no nos sirve un punto. Estamos cansados de que nos bailen todos, de sumar derrotas a la estadística. Un día el fútbol tiene que volver a sonreírnos; y amarlo y amarlo…
AUTOR: Nataly Novillo
Colaboradora en DBV. Socia de San Lorenzo nro. 13.794. Editora de libros. Estudiante de Ciencias Económicas.