EL PERIODISMO QUE NO MIENTA MÁS

HISTORIA

Las recientes coronaciones de Boca y River en dos competencias locales de segundo y tercer orden como la Copa Argentina y el Trofeo de Campeones, respectivamente, reanimó la polémica mediática sobre el conteo de títulos en el fútbol argentino.

Me interesa subrayar el carácter mediático de la discusión porque la verdad es que, fuera de Twitter, los futboleros jamás debatimos seriamente sobre la valoración de la Copa Estímulo 1920, ni equiparamos la Libertadores con la Copa de Competencia Chevallier Boutell (¿la qué?). No vamos a descubrir nada, en ese sentido, acerca del poder de los medios de comunicación, incluyendo a las redes sociales, para intentar condicionar la realidad y construir sentido.

Es indudable que, desde hace unos años, la movida revisionista de Boca, Racing y Huracán viene logrando imponer su resignificación de la historia en la mayor parte de los medios masivos. De allí que cada consagración de un club argentino en cualquier torneo local o internacional derive sistemáticamente en notas periodísticas del tipo “Así quedó la tabla histórica de títulos”, con la correspondiente infografía “actualizada”.

Como en otras oportunidades, frente a la esperable polémica que suscitan estas notas, algún adalid del revisionismo intervino para remarcar la “oficialidad” de los lauros en cuestión. En esta ocasión el más fervoroso fue Alejandro Fabbri, quien no sólo esbozó un argumento fácilmente rebatible, sino que -contra su propia postura hasta hace no tanto- acusó de necios a quienes juzgamos payasesco darle mayor entidad al amateurismo o a las copas irregulares de nuestro fútbol.

Golpe de realidad

Mientras seguimos esperando, acaso ilusamente, que San Lorenzo diseñe y ejecute una política institucional clara sobre este tema, conviene ponderar las saludables expresiones de otros clubes en este contexto. River, por caso, festejó públicamente su “36º Campeonato Profesional de Primera División”, ninguneando su título amateur de 1920. Y Estudiantes de La Plata, a través de su presidente Juan Sebastián Verón, ironizó sobre la puesta en disputa de una copa en un partido amistoso.

Más allá de estos sucintos ejemplos a seguir, fue la propia AFA la que volvió a zanjar la discusión, aboliendo la “realidad alternativa” de los revisionistas al felicitar a Barracas Central por su ascenso. Al precisar que será la “primera vez en la historia” que dicho club juegue en la máxima categoría, la Asociación relegó al plano de lo anecdótico el paso de Barracas por Primera durante la Era Amateur.

Por si eso no fuera suficiente, la entidad madre del fútbol argentino volvió a fijar posición sobre el tema con el flamante sorteo de la edición 2022 de la Copa Argentina. Tal como ya lo había hecho la Superliga con el sorteo de la Copa de la Liga Profesional de Fútbol 2020, la AFA definió como “cabezas de serie” a los clubes ganadores de títulos durante el Profesionalismo.

Quedó claro, una vez más, que al menos en la Argentina, y en función del recorrido histórico de este deporte, no hay equiparación posible entre las competiciones practicadas por aficionados y las disputadas por profesionales.

Le duela a quien le duela, la AFA volvió a certificar que el palmarés y los historiales se empiezan a contar en serio desde 1931. Diga lo que diga el periodismo actual, ese fue el antes y el después de nuestro fútbol. Y todo lo demás es verso.

 

AUTOR: Carlos Balboa

Socio 12.236. Socio Refundador 2.045. Miembro de DBV. Periodista.

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