CETTO, EL COMUNICADOR

INSTITUCIONAL

Para muestra alcanza con un botón. Y en este costurero desordenado lo que abundan son las muestras. A mí me ocupa la forma en que comunica San Lorenzo, o como suelo decir, la forma en que no lo hace, por lo que los botones que me interpelan se orientan hacia esos hojales. Podría elegir una muestra al azar, Mauro Cetto, por ejemplo. Bueno, no sería tan al azar, digamos que sobresale por su dialéctica, por asumir de alguna manera el rol de comunicador vertical que considero necesario, aunque cierto es que sin un plan estratégico, el comunicador queda expuesto a sus propios pensamientos, y en esa altura andamos volando hoy en día. Si el Mánager comunica sobre el plantel, y se anima a comentarios institucionales pero además opina de absolutamente todo, estamos ante una nueva evidencia de la falta de estructura en márketing y comunicación.

Ya no es una incógnita, ni una apuesta, ya podemos evaluar a Cetto en su rol pero ¿cuál es su rol? Fue presentado como Mánager, asumió la comunicación oficial y además se auto-percibe bombero, psicólogo y líder de vestuario, apoyado sobre el poster de la Copa que lo muestra, bien al fondo, sentado en el banco. Se lo puede comparar con Romeo, que hablaba poco mientras San Lorenzo ganaba esa Libertadores (también habló poco cuando le vaciaron el fútbol años después), se lo puede comparar con otro ídolo como Romagnoli, que no hablaba ni encontraba respuestas en su propia gestión. Cetto se ubica entre esos extremos, se muestra pro activo, quiere estar a la altura pero no está respaldado por un proyecto ni un orden institucional como para maquillar o corregir desaciertos. Estas carencias también afectaron a los antecesores del Colo, vale decirlo. Sin embargo, tal vez por su condición de ídolos, por perfil o por conocer mejor el paño, Romeo y Romagnoli no asumieron como Cetto el rol de comunicadores.

Desde que llegó, el actual Mánager dijo querer un equipo de juveniles, como acertando fácilmente al viejo anhelo del socio de poder ver un plantel sustentable y competitivo forjado en la cantera del club, también fue cauto para hablar de objetivos, la idea era meterse en Libertadores pero “hay que ver para qué está el plantel”… Hoy vemos que no estaba acertando el diagnóstico, Cetto ya sabía que su candidato iba a ser Paolo Montero y que los Romero no iban a seguir en el club, dos decisiones que no eran compatibles con tener un equipo competitivo y en zona de copas. Acaso sus primeras dos intervenciones, Montero y Los Romero, dos decisiones que lo obligaban a ser cauto.

En esa danza de nombres donde él ya tenía al urugayo bajo el chivo, se dio el lujo de desmentir al presidente públicamente, afirmando que “Guede es un deseo de Arreceygor, pero todos sabemos que no está en condiciones de venir…”. Nadie le puso una coma o un punto a su mediática figura.

Empezó mal entonces. Porque sintió que llegaba a un club que conocía y nadie que haya sido parte de San Lorenzo en los últimos quince años puede jactarse de conocerlo. San Lorenzo es otra cosa. Es un fuego del que nos fueron alejando con luces que no calientan. Y Cetto es una lamparita en ese mundo de frivolidad. El San Lorenzo que él conoce es el que se aprende de los periodistas que le cuentan su historia. Esos periodistas se llevan a su vez la información que Cetto cede en confianza, así no se comunica. No se informa. Se trafica información, que es diferente.

Cetto habla del equipo y utiliza términos conocidos, “transición”, “crisis”, “juveniles”… todos remedios vencidos para el dolor del hincha, que tiene sordera porque se le amontonan mentiras de ocasión, frases de Perogrullo y ejes falsos en las orejas.

Cetto habla del hincha y dice que lo entiende, pero que en su pasión el hincha no valora el orden del vestuario porque no se gana. Y justamente no se gana porque desordenaron el vestuario privilegiando la zoncera histórica por sobre el salto de calidad.

Cetto habla de la vida institucional y no deja vela por izar, habla bien de Marcelo y de Matías, y apuesta por una participación activa de Pomelo. Todos juntos y contentos, eso sí se aprende rápido.

Mientras el micrófono lo tenga un mánager, sin estrategia de por medio ni humildad para esbozar una autocrítica que englobe la apuesta por un entrenador no capacitado en busca de experiencia para la élite, el desarme de un plantel que contaba con los Romero y Ramírez, la falta de gestión para acompañar a Di Santo hasta la salida, sin carisma con el hincha y sin espalda profesional para bancarse este presente, lo próximo que deberá comunicar es su lógica e inevitable salida. Y allí tal vez se asuma como víctima de este presente sin rumbo de un San Lorenzo que no le dio la chance de desarrollarse, mientras lo anota en su currículum.

 

AUTOR: Claudio Leonel Diotallevi

Miembro Integrante de DBV. Socio de San Lorenzo nro. 16.883. Coordinador de Contenidos Audiovisuales en Torneos.

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