LA OTRA CRISIS

CLUB

Hay dos grandes definiciones de crisis. La oriental, en una de sus varias interpretaciones, se presenta como más optimista, asociando la crisis a la aparición de oportunidades. La occidental, en cambio, dice que hay crisis cuando todas las posibles salidas son malas.

Mal haríamos, como sanlorencistas, en despreciar la primera posible definición. En más de un período histórico hemos visto al Club resurgir rápidamente de las cenizas, hemos ayudado al Cuervo a levantar vuelo y volverse Ave Fénix ante la incredulidad general. Pero también tenemos la obligación de aceptar la segunda definición, sabiendo que -más allá de la increíble capacidad de resiliencia de San Lorenzo- en verdad no hay fórmulas mágicas. El salvataje no estará exento de sufrimiento.

Tres son las dimensiones más palpables de la profunda crisis que hoy somete al CASLA. La institucional, la económica y la deportiva. Sobre las tres hemos hablado demasiado. Las tres están en el centro de nuestras preocupaciones como agrupación y de nuestras propuestas para salir adelante.

Pero hay una cuarta dimensión, acaso transversal a todas, que explica la tormenta perfecta en la que estamos inmersos y que en las últimas horas quedó más expuesta que nunca. La crisis identitaria.

Tenemos claro que los máximos responsables de esta crisis no salieron a la cancha el domingo. El respeto a la identidad azulgrana empieza a perderse cuando un presidente utiliza al Club para posicionarse en política nacional, otro pide licencias de manera compulsiva y un tercero le da prioridad a su sindicato. Podríamos citar cientos de ejemplos de autoridades del CASLA despreciando la historia y la grandeza de estos colores. Y sabemos que el pescado se pudre por la cabeza.

No vamos a naturalizar, de todos modos, que los pibes de la reserva festejen el triunfo en el “derby barrial” entonando una canción ajena al cancionero azulgrana (es decir, ajena al cancionero que adoctrinó a todas las hinchadas del fútbol argentino). Tal vez a algunos les parezca una pequeñez, un detalle minúsculo en el gran mar de los problemas que nos aquejan, pero a nuestro entender denota una alarmante falta de pertenencia. Refleja el escaso sanlorencismo que se inculca en nuestras Divisiones Inferiores. Habla de una barrera emocional entre la Institución y quienes tienen el privilegio de formarse y crecer cobijados bajo los colores azulgranas. Ahora bien, es dable preguntarse qué hace el Club para que estos chicos sientan el orgullo de ser parte. Ese orgullo y respeto que debiera generar un vínculo inoxidable que luego nos debiera permitir construir jugadores de Primera División que tengan real dimensión de todo lo que implica jugar en San Lorenzo de Almagro, y así convertirse en profesionales confiables, en referentes, para dar el salto y ser embajadores del Club por el mundo, para finalmente tener la intención de cerrar sus carreras en la Institución que los vio nacer, y devolver un poco de lo mucho que debiéramos darles en esta etapa, la más importante de sus vidas.

¿Y qué decir de lo acontece en Primera División? ¿Acaso alguna vez, en nuestra trayectoria como hinchas, nos hemos sentido menos representados que con estos jugadores? Nos cuesta sobremanera comprender cómo se llegó al punto de que, independientemente del presente deportivo de uno y otro, San Lorenzo arrastrando miserias llegue “de punto” a la Quema. Juegan sin hambre de victoria, salen timoratos a la cancha, “a ver qué pasa”, en lugar de tirarle la camiseta encima y arrollar a sus rivales. No tienen carácter. No tienen ni siquiera vergüenza deportiva. ¿Qué parte no se entiende, en este plantel, de que están jugando en San Lorenzo? Pueden ganar o perder contra cualquiera (incluso contra Huracán), pero la derrota se vende cara y la imagen forzosamente tiene que ser otra.

En San Lorenzo, más que en otras instituciones, la identidad es un bastión fundamental. Es lo que nos hace un caso único, lo que nos permite sobrevivir a crisis cíclicas y transmutar la agonía en éxtasis, lo que despierta una curiosa envidia en los otros, lo que convierte a la Vuelta a Boedo en objeto de estudio a nivel internacional.

Por eso mismo no alcanzará con librar la batalla por el ordenamiento institucional, el saneamiento de las cuentas y la refundación futbolística. También habrá que discutir qué San Lorenzo queremos, conjugando lo mejor de dos fuerzas centrípetas, honrando un legado histórico sin dejar de proyectar una visión superadora de Club, recuperando lo que nos sostuvo siempre e incorporando lo que siempre nos faltó.

También hará falta, en suma, dar la batalla identitaria.

Por Carlos Balboa
PARA DEBOEDOVENGO

AUTOR: De Boedo Vengo

Agrupación de socios de San Lorenzo fundada en Julio del año 2000 con la convicción de un San Lorenzo más grande, movilizado, en Boedo y como una Asociación Civil Sin Fines de Lucro.

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