No recuerdo muchos clásicos con Huracán en mi pubertad o adolescencia, porque justamente en muchos de esos años estuvieron en la segunda categoría de nuestro fútbol. No les conocí hinchas. Ni compañeros de la escuela, ni de barrio, ni de nada. Realmente eran un agente intangible en mi imaginario. No existían. Recuerdo haber direccionado mis emociones bélicas contra Boca por una cuestión histórica (y hasta de identidad) y contra Vélez por lo geográfico.
Empecé a tomar dimensión del clásico recién en 2009. Es que Huracán no existe para nosotros. Es una piedra en el jardín de la grandeza. Un parásito que se te prendió hace 100 y te ofrece medirte con un equipo que nunca salió de un radio de cinco cuadras. Y bueno, a veces eso queda cómodo, pero esa es otra historia. Volvamos al punto. Hemos tenido campeonatos malos, equipos de perros, pero al clásico, en general, lo hemos ganado incluso con el miembro muerto. Bueno, hoy después de mucho tiempo fuimos de punto (no recuerdo la última vez en esta situación, tal vez fue la misma vez que los reconocí como rivales). Alguna ilusión con explicación histórica u holística podíamos encontrar si buscábamos en nuestras mentes con ingenuidad de hincha. Pero perdimos, como esperábamos, con los errores de siempre. Y eso, en los niveles de prestigio que este club maneja, es tocar fondo.
Sobre el partido
San Lorenzo jugó un primer tiempo regular. Sin sobrarle nada e incluso faltándole mucho, fue mucho más que lo visto en las últimas 17 fechas. La doble línea de 4 es armoniosa. Un bálsamo de esperanza para momentos en los que no hay respuestas claras, como este. Y no, San Lorenzo no tiene nada individualmente hablando (salvo casos aislados), pero tuvo orden y una idea clara: no dejar salir a Huracán. Así, cortó los circuitos de juego tapando cada una de las salidas y obligó al pelotazo. Sin demasiada creación, el equipo de Monarriz y Di Leo llegó unas cuantas veces al arco de enfrente gracias a Uvita Fernández.
A mi humilde entender, la clave del partido estuvo en el lugar de Sabella, que no defendió, no atacó, no creó, se comió un gol insólito abajo del arco y encima Quilez (el 4 de ellos) lo tuvo de hijo todo el partido, de hecho le come la espalda en el primer gol. En su defensa, no jugó en su posición. Como se mencionó en esta columna al principio del campeonato, desde la salida de Ramírez, esa zona quedó huérfana en el equipo. Nadie pudo reemplazar al hoy jugador de Boca. Menos todavía el por ahora no tan brillante Sabella.
Después pasaron muchas cosas del proceso anterior: Di Santo autopercibiéndose wing y corriéndose afuera del área para centrar al metro y medio de Uvita; lo que queda de Ortigoza jugando los 90’; y el chico Flores pifiando en TODAS sus decisiones (ver el segundo gol de Huracán). Además, pifió Torrico y eso nos duele.
Una conclusión
En definitiva, Monarriz es, como cualquier ser sobre este planeta, mejor DT que Montero, pero no alcanza. Ojalá los dirigentes hayan visto el partido y tomen nota porque los hinchas estamos cansados. Y si mañana es como ayer, otra vez, y no traen a alguien capaz y acompañado de un proyecto real, que maquille defectos, acompañe inferiores y realce las pocas virtudes que nos quedan, lo que fue hermoso será horrible después (ya lo es).
AUTOR: Matias Buscalia
Colaborador en DBV. Socio de San Lorenzo nro. 27.982. Periodista. Productor.
disculpe pero si HURACAN no existe para que ofrecen premio por empatar
y triple premio por ganar. Que raro no.
Otro tema la coerdad mental de dirigentes de SL como usted y de Huracan con similar penmsamiento al suyo perjudicaron a ambos clubes y favorecieron a Boca y River. Soy hincha de Huracan pero mi unica rivalidad con SL es querer gamar el partido. Usted pareceria tener algun odio personal Como algunos hinchas de Huracan hacia San Lorenzo.
Los dirigentes y periodistas de ambos clubes deberian ser mñas intelegentes Atentos saludos