UNA CONSTANTE MONUMENTAL

FUTBOL PROFESIONAL

Hay una constante en los últimos tres partidos contra River: en todos ellos, San Lorenzo fue de punto a ver qué pasa. A ver cuántos minutos podía durar con la valla sin ser vencida. Y tras 15 años sin ganar, se consiguieron seis de nueve puntos.

En los dos partidos anteriores, hemos jugado más o menos a lo mismo, regalar la pelota y salir de contra. Y resultó. Es que, sabiéndose inferiores a los equipos de Gallardo, tanto Monarriz como Dabove entendieron que disputarle el esférico a un equipo que es objetivamente mejor en casi todos los aspectos del juego era un suicidio, entonces el planteo se hacía más o menos solo.

San Lorenzo tiene incontables problemas cuando hablamos del juego y ponderarlos a veces es una tarea muy difícil. En este torneo el principal de ellos es la generación de juego. Salvo en contadas ocasiones, el gol llegó por remates de media distancia (Uvita, Sabella, Martegani, etc.), pelota parada o errores del rival, como fue anoche el caso, con River concediendo un gol con una pelota impulsada desde el lateral que cruza toda el área, pica y es tomada por uno de los nuestros. Casi amateur.

Contra todo pronóstico, San Lorenzo encontró el gol con el que abrió el marcador y rompió el partido: el escenario pasó a ser ideal. River atacando y nuestro equipo, sin obligación de tener la pelota, quedó defendiendo en 30 metros con todo un campo entero para salir de contra. Pero el profundo vaciamiento del que este club es víctima desde hace varios años ya se puede ver en la cancha: el Gaich que podía bajar un ladrillazo, tocar con el diez y recibir para mandarla a guardar, ya no está; los Romero que se la podían llevar contra la raya y descomprimir, tocando, generando tarjetas y tiros libres y principalmente aire para sus compañeros, tampoco. En sus lugares sólo quedan contratos altísimos que no se condicen con los rendimientos y chicos que estamos quemando partido a partido, derrota a derrota.

Es que a este equipo ya no lo salva ni la buena suerte, porque un zapallazo de lejos, un error del rival, o cualquier otra cosa, debe ser defendida y honrada en tu propio arco y San Lorenzo dejó de ser capaz atrás. Ya ni siquiera puede poner dos líneas de cuatro y cuidar el resultado. En algún momento, el gol del contrario siempre llega, ya no hay garantías. El partido de la defensa, anoche, fue de lo peor del torneo: lenta, descoordinada, desorientada. Mirando los tres goles de River, de ella hablaremos en este breve desarrollo.

EL 1-1

Si uno decide poner una línea de tres defensores, además de experiencia para tomar buenas decisiones en la zona más importante de la cancha, se necesita velocidad para los relevos. Bueno, anoche, frente a uno de los equipos más rápidos y verticales del país, en esa posición jugó Zapata.

Cuando vi el gol en vivo, creí que el colombiano había seguido a Julián Álvarez cuando este bajó para atraer la marca y atacar el espacio con una diagonal, entonces por eso había perdido contra él, porque es, lógicamente, menos veloz que el juvenil de la Selección Argentina. Sin embargo, no fue así. No lo siguió. Y aún así, Álvarez llegó a la posición abandonada por Flores (atraído por Simón) antes que el relevo del colombiano y remató contra el palo.

EL 2-1

Cuando se habla de “Proyecto de Inferiores”, y se pone sobre la mesa la cantidad de chicos jugando en la primera del club, se debe tener en cuenta que a un juvenil se lo debe acompañar con jugadores de experiencia que los ayuden a dar sus primeros pasos con seguridad y que los hagan encargados de tener un rol secundario en el juego. En San Lorenzo, los juveniles entran cuando los grandes son abucheados y se hacen pis encima como chicos. En San Lorenzo, los juveniles son titulares cuando vas de punto al Monumental. En San Lorenzo, los juveniles ocupan los lugares que nadie quiere ocupar. En San Lorenzo, los juveniles, que tienen además los contratos más bajos, son los encargados hoy de apagar los incendios.

Que en este presente jueguen adolescentes que están todavía en formación, lejos de ser positivo, es lo peor, no sólo para San Lorenzo, que desvaloriza sus activos, sino también para los pobres chicos que pierden confianza y quedan señalados con actuaciones como esta que tuvo anoche Francisco Flores.

Es que Flores, que ha sabido defender los colores de la selección en las juveniles, salió a cortar a la mitad de cancha contra un jugador que ya estaba siendo tomado por Fernández Mercau y nunca pudo volver a tiempo. San Lorenzo quedó defendiendo 3vs4 y Álvarez entró, tras un rebote consecuencia de una enésima tapada de Torrico, con la pelota caminando adentro de nuestro arco.

EL 3-1

Cuando sale una, muchas veces salen todas. Para bien y para mal. Anoche Álvarez hizo lo que quiso y los nuestros lo que quiso él. En el tercer gol, Zapata fue el atraído y Flores, que debía relevarlo, en vez de correr, se quedó como estatua pidiendo el offside. Por si eso no era suficiente, Torrico salió donde no debía y la pelota pasó por el único recoveco por el que su circunferencia podía entrar.

Como los juveniles, los ídolos deben ser cuidados. En San Lorenzo, lejos de eso, se los explota y se los expone.

 

AUTOR: Matias Buscalia

Colaborador en DBV. Socio de San Lorenzo nro. 27.982. Periodista. Productor.

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