«ESTE CASO ES ÚNICO E IRREPETIBLE»

VUELTA A BOEDO

Sra. Presidenta, legisladores, socios de San Lorenzo, vecinos de Buenos Aires.

Hola, soy Marcelo Castillo, socio de San Lorenzo y refundador. Además soy integrante de la agrupación DeBoedoVengo, pionera de la Vuelta a Boedo.

Tengo 49 años y de ellos 30 los viví en Boedo o Parque Chacabuco, muy cerca de la zona del Gasómetro, al que conocí y vi desaparecer. De grande me dediqué, entre otras cosas, al estudio de lo urbano y fue allí cuando comprendí el desastre que significó para Buenos Aires la desaparición del Gasómetro.

Pasaron más de 40 años desde aquella Ordenanza de 1980 que selló la suerte del Gasómetro, celebrando (textualmente) el fin de un “estadio ruinoso y obsoleto”.

Una ruina que desaparecía. Sólo eso vieron aquellos concejales de la dictadura. No vieron que desaparecía un club social con 62 años de presencia en la zona.

Pero ellos no estuvieron solos: fueron asesorados por ciertos planificadores urbanos. A ellos, a sus concepciones, me voy a referir ahora.

Con una visión meramente funcionalista de la ciudad, para ellos un estadio de fútbol era un uso ineficiente de tierra urbana valiosa y su desaparición una buena noticia porque liberaba terreno para negocios inmobiliarios. La vida social y cultural del barrio no entraba en su modelo. Tampoco la intensa relación que desde principios del siglo 20 unió a los clubes de fútbol con los barrios de Buenos Aires. Despreciaron la historia pero no como concepto abstracto, despreciaron las historias de vida de cientos de miles de personas. Y de acuerdo a sus elementales análisis pensaron que sin el estadio el barrio no podía sino mejorar.

Por eso empujaron a San Lorenzo fuera de Boedo.

El impacto fue devastador para el club y por 20 años nadie habló en San Lorenzo sobre el Gasómetro salvo para recordarlo en la efeméride más dolorosa de nuestra historia.

Pero aquellos planificadores se olvidaron de algo más: la gente de San Lorenzo.

No contaron con que 20 años después iba a existir algo llamado Internet, que fue el principal medio de difusión de la Vuelta en sus inicios, que permitiría que cientos de miles de personas se encontraran y se unieran para luchar por sus sueños, por sanar sus heridas. Al principio éramos 300, luego fuimos miles, luego llenamos la Plaza de Mayo y luego juntamos decenas de millones de dólares para comprar el terreno.

Pero pasaron 20 años más, 20 años de lucha.

Hablamos de 20, 40 años, decenas de millones de dólares… todo hecho por la gente… ¿Se entiende la magnitud de la gesta? ¿Queda clara la fuerza de la relación entre San Lorenzo y Boedo?

Por eso, 40 años después, estamos aquí.  Ya no somos esos niños que azorados vimos llorar a nuestros padres y abuelos cuando cayeron las tribunas pero estamos aquí  por ellos, por nosotros y por nuestros hijos y por los hijos de nuestros hijos.

Hablando de urbanismo ¿Qué pasó con el sur de Boedo en estos 40 años? Casi nada. Se instalaron algunas concesionarias y no mucho más…en 40 años durante los cuales otros barrios de Buenos Aires cambiaron notablemente: Abasto, Villa Urquiza, San Telmo, Palermo, Coghlan, Colegiales, Villa Del Parque, Parque Patricios…a Boedo Sur  nunca le llegó.

¿Raro, no? Digo, si con el estadio supuestamente se iba la barbarie y llegaba el progreso…y en vez de eso el barrio se congeló en el tiempo… un barrio tan bien ubicado, con tanta historia, cultura, gastronomía. Paralizado, instalado en la nostalgia.

El proyecto de San Lorenzo viene a devolverle al barrio la vida que perdió en 1979.

La localización del  proyecto es perfecta: se ubica en el lugar histórico adquirido por un actor social con 112 años en el barrio como lo es San Lorenzo, en una zona abastecida por transporte público de todo tipo, al que buena parte de los asistentes llegará caminando. Además le va a dar al barrio una nueva centralidad que le va a permitir desarrollar todo el potencial que tiene. Desde el punto de vista urbanístico es incuestionable.

Las objeciones que escucho tienen que ver más con lo contravencional que con lo urbanístico y aquí estamos discutiendo normativa urbanística. Sería una aberración conceptual tratar de resolver lo contravencional mediante la normativa urbanística.

Respeto a aquellos vecinos que están en contra, pero observo que más que argumentos tienen temores. Temores entendibles, pero exagerados. No pueden ser motivo para que Boedo se quede en el pasado. Tampoco se deben avalar pretensiones antiurbanas: el fútbol no puede ser considerado un NIMBY en Buenos Aires porque es parte de su historia y de su cultura.

Yo les agradezco el acompañamiento que nos han dado los legisladores de la democracia en la primera votación. Han logrado entender este caso único e irrepetible. Han comprendido que está en sus manos la posibilidad de darle al barrio más actividad, más seguridad, más educación, más cultura, más turismo, más empleo y por todo eso, mayor valor inmobiliario.

Les pido por favor que nos sigan acompañando para concretar este proyecto que no solo va a hacer justicia para San Lorenzo sino que sobre todo va a darnos un  barrio mejor y una ciudad mejor.

Termino haciendo un reconocimiento a Fabian Schwan, líder de De Boedo Vengo, que en 1999 comenzó a movilizar la Vuelta a Boedo y le dedicó años de su vida. Fabián, no estaríamos acá sin las cosas que vos hiciste, muchas gracias a vos también.

AUTOR: Marcelo Castillo

Miembro Integrante de DBV. Socio de San Lorenzo. Economista. Magister en Economía Urbana.

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