«NUESTRO IDEARIO HOY ES SENTIDO COMÚN»

VUELTA A BOEDO

A la hora de expresar una postura o de dar una mirada sobre un tema cualquiera de la agenda pública, es una estrategia discursiva y un lugar común recurrir a la pretensión de neutralidad, de equidistancia. Suele dejarse entrever que una opinión es más válida que otra cuanto menos ligada esté al tema en cuestión. Como si la supuesta objetividad de la fuente le diera más peso al argumento.

Mi breve disertación va a ser todo lo contrario a eso. Desde un primer momento quiero reivindicar mi lugar como parte interesada de este asunto. Un asunto que es, en lo general, el regreso con estadio de San Lorenzo a su barrio de pertenencia y, en lo particular, la devolución de la zonificación del predio de Avenida La Plata para que ese estadio el día de mañana sea posible.

Y cuando digo que soy parte interesada del asunto tengo que aclarar que lo soy por triplicado. Esto es así 1) porque hablo como hincha, socio y socio refundador de San Lorenzo, 2) porque hablo como integrante de DeBoedoVengo, la agrupación que sentó las bases y dio los primeros pasos para la Vuelta a Boedo, y 3) porque fui toda mi vida y soy vecino del barrio de Boedo.

Creo que está más que claro cuál es el interés de San Lorenzo como institución social y deportiva en pos de recuperar su lugar en el mundo, su Tierra Santa. Mucho se ha hablado y mucho se va a hablar al respecto en esta audiencia, por lo que me parece innecesario profundizar este punto.

Tampoco voy a utilizar mi tiempo para ensalzar el rol histórico de DeBoedoVengo, la usina creadora de una gesta que arrancó siendo de unos pocos y que en la actualidad es de todo el pueblo sanlorencista, lo cual era nuestro objetivo desde el vamos. Hoy nuestro ideario y nuestro léxico se convirtió en sentido común y los que nos conocen saben bien que nunca estuvimos por la foto ni por el bronce, así que la autorreferencia partidaria llega hasta acá. Ahora se viene, en todo caso, la autorreferencia personal, pero siempre en función de una causa que es colectiva.

Porque me quiero focalizar en el tercer punto. En mi condición de vecino de Boedo. Y voy a ser más específico, porque esta distinción no suele hacerse y me parece muy necesaria: soy del sur de Boedo, soy de Boedo Sur.

Hablar de Osvaldo Cacciatore, no es sólo hablar del despojo a San Lorenzo de su estadio. Ese no fue el único daño que el intendente porteño de facto le hizo tanto al club como a Boedo. En su carácter de ideólogo de la autopista 25 de Mayo, inaugurada a fines del año 1980, Cacciatore también partió para siempre al barrio en dos. Para comprobar esto no hace falta más que revisar el desarrollo comercial e inmobiliario de una y otra mitad.

El predio de Avenida La Plata se ubica, por cierto, en la parte sur de esta división trazada por la autopista. Igual que yo, que vivo en 33 Orientales y Las Casas, a metros de Tierra Santa. Así que, como se dice en la calle, a mí no me la van a contar. Si hay algo de lo que sé, es del relegamiento de este barrio dentro del barrio. Y no lo digo desde el desprecio, sino con un profundo sentimiento de arraigo y de pertenencia.

No hace falta más que comparar la evolución promedio, durante las últimas décadas, del valor del metro cuadrado en los distintos barrios y sub-barrios de la Ciudad de Buenos Aires para verificar con precisión que Boedo no está entre los más favorecidos. Todo lo contrario. Boedo se hundió, se desvalorizó. Y el deterioro resulta todavía más evidente en Boedo Sur.

Mientras otros distritos porteños crecen comercial y demográficamente, y esto se verifica incluso en barrios aledaños a Boedo, las manzanas que rodean al predio de Avenida La Plata, incluyendo la de mi casa, parecen suspendidas en ámbar, teñidas de sepia. Pero esto no es conservación, lamentablemente es estancamiento. Ya ni siquiera va quedando el encanto melancólico del adoquinado, que está en extinción. Avenida La Plata, a estas alturas, es una arteria agonizante. Y para las calles internas el panorama luce aún más desolador.

Me parece muy sano escuchar todas las voces, las que se expresan a favor y también las que se alzan en contra de esta causa, aunque sean minoritarias. Una de ellas, en la primera jornada de esta audiencia pública, aludió como una supuesta virtud que podría perderse a la tranquilidad del barrio. Creo que sería más justo, en verdad, comparar esa tranquilidad con la paz de los cementerios. Sin Boedo, San Lorenzo pierde su alma. Pero sin San Lorenzo, Boedo se muere en vida.

La conexión es tan fuerte que resulta imposible no pensar en el fenómeno de la simbiosis. Resulta imposible no imaginar que, así como el tendido de una autopista y la pérdida del Gasómetro literalmente partieron al medio a un barrio, la ejecución de un Proyecto Urbano Integral que incluya la construcción de un estadio  y diversas obras adicionales tiene que cerrar forzosamente esa herida aún abierta, y tiene que permitirle a Boedo volver a ser lo que fue: el centro de la vida social y deportiva de un rincón emblemático de nuestra ciudad. El rincón donde elijo seguir viviendo, apostando por su recuperación y por su desarrollo de la mano de San Lorenzo.

Gracias.

AUTOR: Carlos Balboa

Socio 12.236. Socio Refundador 2.045. Miembro de DBV. Periodista.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *