LA PRIMERA MEDIDA

FUTBOL PROFESIONAL

La primera vez que tomé whisky fue con hielo. Muchísimo hielo. Cualquier tomador de cierta experiencia me hubiese reprendido, pero para pasar el Jameson que me sirvieron esa noche a mis jovencísimos 16 años, lo necesité. Es que el agua, al pasar de su estado sólido a líquido, se mezcla con el brebaje y rebaja la intensidad de los sabores y de los alcoholes. Entonces, ¿podía yo saber si me gustaba el irlandés con la medida que acababa de probar? Podía tener una idea, pero no mucho más. Con Montero pasó (y pasa) algo parecido: ¿cómo evaluarlo seriamente si hasta ahora sus medidas habían sido los suplentes de Arsenal; Central Córdoba, uno de los planteles más humildes de la división; y a un combinado de juveniles de Boca?

Este Banfield no será el que salió campeón en 2009, pero tiene individualidades interesantes y un entrenador que, guste o no, ha puesto en jaque a más de un colega de renombre. Por ese motivo es que puede considerarse su primera prueba seria, su primera medida sin hielo. Y en esta nota intentaremos repasar algunas aristas de lo que mostró San Lorenzo anoche, del sabor que nos dejó. Sin más preámbulo, empecemos.

El cuerpo y el campo

Más allá del hielo, el cuerpo de lo que se dio a degustar en la Bombonera fue fiel a la realidad. Por primera vez, Montero pudo repetir el equipo, fue el mismo 4-2-3-1 que enfrentó a los chicos de Boca: Torrico; Peruzzi, Gattoni, Flores, Rojas; Ortigoza, Gordillo; Palacios, Óscar, Ángel; y Uvita Fernández. Eso es positivo porque le da rodaje a los futbolistas que considera más aptos y confianza a los hombres en quienes confía (y que necesita que confíen en él). Haber dejado en el banco a Donatti no es un detalle para dejar pasar. Pero, al mismo tiempo, es negativo porque algunos problemas de partidos anteriores se mantuvieron.

El rol del volante por izquierda es el mayor problema de campo que debe afrontar nuestro calvo entrenador. Desde la decisión de no contar más con Ramírez, nadie pudo reemplazar sus funciones y todos los que cayeron ahí, simplemente ocuparon un lugar, un sector de la cancha; así lo hicieron Pittón, Fernández Mercau, Sabella, Diego Rodríguez, Ángel Romero y, en el final de la noche de anoche, Nahuel Barrios.

El segundo mayor problema es (al menos todavía) no contar con un centrodelantero que pueda bajar un pelotazo y pivotear cuando no se puede salir de abajo por abajo.

Tanto es así que, en general, todos los rivales a los que se ha enfrentado San Lorenzo hicieron lo mismo sin pelota: tapar a Ortigoza y a otros posibles receptores de buen pie como Óscar cuando baja a buscarla y liberar a los más atolondrados o a quienes consideran que podrían forzarles el error; por lo que Torrico, Flores o Gattoni deben creer (en sus compañeros no tan inteligentes) o reventar (tirarle el pelotazo al 9 que mide menos de 1,70). Mientras que con pelota: le buscan la espalda a los laterales, principalmente al tres (SL no ha encontrado jugadores que puedan ocupar el lugar de Ramírez y ayuden a ese lateral) o simplemente esperan a que Ortigoza se canse y que Gordillo sea amonestado (3 amarillas en 4 partidos jugados) y poblar (y ganar) la mitad de la cancha y el protagonismo, pero ya profundizaremos esto.

Johnnie Walker

Johnny Caminante está añejado en barrica de roble paraguayo, es green label en la toma de decisiones, puede errar un pase cada tanto (antes no pasaba) y caminar la cancha, sí, pero mete unos cambios de frente que, si todo el plantel intentase replicarlos, sólo Óscar podría acertarlos. Tiene una claridad conceptual que pocas veces hemos visto en la primera de este club.

“¿Vos viste cómo tiene la cancha en la cabeza? Parece que está mirando el partido desde arriba”, admiró post partido Ramiro Enrique, el autor del gol de Banfield. Aunque también, más o menos a los 75 minutos de partido, Ortigoza fallaba y Hernán Castillo, el comentador de la señal dueña de los derechos del fútbol de este país, esbozaba casi con lástima: “Y bue… los 90 minutos hacen estragos”.

Propios y extraños, sepan de fútbol o no, saben y ven que nuestro ídolo (que debió haber cumplido sus 200 partidos en la primera de este club hace mucho) no puede sostener su nivel durante todo el partido.

Por otro lado, ¿qué pasa si su compañero en el eje juega amonestado 45 minutos por partido? Bueno, pasa lo que vimos en los cuatro partidos que se han jugado hasta hoy: cedés la pelota y te agrupás atrás, para que este cansado Ortigoza necesite caminar lo menos posible y que nuestro colombiano mediocampista central no tenga que bajar de atrás a nadie y ganarse la expulsión.

Sin embargo, el plantel no ofrece reemplazo a la altura de ninguno de los dos, por lo que nuestro uruguayo maestro destilador no tiene más que hacerle los honores al lema de la más fina marca de todas las que producen el elixir y decirle a nuestro ancho Johnny Caminante: Keep Walking, porque no tenés competencia en tu puesto.

La uva, una tonalidad invasora

Esta destiladora cambia semestre a semestre de maestro a maestro y hasta de destilado a destilado, pero la materia prima sigue acumulándose en los depósitos. A veces uno va al fondo a buscar malta y se encuentra con un clavo, con un Melano, con un Cerutti, con un juvenil olvidado o con un Uvita Fernández que quedó de épocas en las que en los toneles no se añejaba whisky, sino vino. Ante la escasez de recursos, a este whisky, el maestro le puso esta uva (que no tenía más ganas de estar en la destiladora), pero que encontró entre los estantes.

Uvita es el más perjudicado por este sistema cuando los rivales impiden la salida por bajo, es que su físico le imposibilita bajar pelotazos con comodidad. Por eso suele perderse cuando el juego de San Lorenzo no es limpio y el equipo no genera. De esta manera, sus aportes al fútbol a veces son nulos y confunden el sabor del destilado.

Dicho esto, tanto en la jugada del penal en la Boca, como en la creación y posterior definición del gol de ayer, tuvo una participación clave. Jugando a un toque y/o saliendo del área para atraer y liberar espacios es un futbolista que San Lorenzo puede aprovechar y mucho. Pero para eso, primero se debe resolver qué hacer cuando al equipo le tapan a Ortigoza en las salidas. 

Los paraguayos

Óscar no jugó su mejor partido pero es determinante en la creación. El mejor de sus compañeros para Ortigoza, ambos participaron en el golazo de Uvita. Hizo jugar bien, con todo lo que eso implica, a Peruzzi haciéndolo participar con algunos pelotazos. Si el rival quiere cortar los circuitos de juego de San Lorenzo, las primeras dos fechas sólo debía tapar a Johnny Caminante, hoy debe también hacerlo con el 10 paraguayo. Bienvenido sea.

Tal vez esta sea la más amarga de las tonalidades de la bebida, Ángel es el más desequilibrante del plantel pero tiene dos problemas: no está en el nivel que nos enamoró futbolísticamente y lo llevó a ser por escándalo el mejor valor de toda la Liga Profesional de Fútbol; y está ocupando el lugar que dejó huérfano quien se fue a cumplir su sueño en el club de la Ribera. La precisión y la toma de decisiones no están en las posibilidades de resolución de Montero, pero ubicarlo a 40 metros del arco, alejado de Uvita (que NECESITA asociarse) y de su hermano, es un despropósito al que es menester encontrarle solución.

La algarabía

El gol fue un escándalo, una explosión de sabores en el paladar. Once toques, distracciones, participaciones precisas de Óscar y Johnny, despliegue de nuestro Pibe de Cobre, rebote de Peruzzi, que se mandó en una expedición hacia el carril central aprovechando el espacio que había liberado el 9 llevándose la marca de la puerta del área, y definición champagne de la propia Uva. Algarabía.

La resaca

Pero el destilado es tan fuerte que, no terminó San Lorenzo de festejar, que Banfield lo encontró groggy y le durmió el celular con una trompada entre los centrales que lo tiró al piso y lo hizo empezar de cero otra vez. Desde un inocentísimo lateral en campo propio, Ortigoza y Palacios fueron al mismo cruce (admitieron el error post partido), Gattoni no esperó como indican los manuales y salió desesperado a cortar sin éxito y Peruzzi perdió en velocidad con el chico Enrique, que definió bárbaro ante Torrico. La algarabía no duró más que un suspiro. Resaca.

Conclusión

Las sensaciones de quien escribe no son óptimas con la medida probada frente a Banfield, cualquiera que haya probado destilados de calidad sabe que esto no está ni cerca de un etiqueta 2001, 2007 o 2014, pero dadas las condiciones, el mercado y los recursos que hay en la estantería, la cata no fue mala. Es positivo que hasta ahora San Lorenzo marcó en todas sus presentaciones (5 remates entre los tres palos y 5 goles) y lo hizo primero. Hay cuestiones por ajustar, como la generación de juego por el piso cuando tapan la salida o los remates al arco, que son muy pocos. Quizá la próxima vez que se esté en ventaja, con los paraguayos en cancha y el equipo cuidándose de la resaca, los espacios se abran con mayor facilidad y podremos probar algo mejor que lo que degustamos hasta ahora.

AUTOR: Matias Buscalia

Colaborador en DBV. Socio de San Lorenzo nro. 27.982. Periodista. Productor.

2 comentarios sobre «LA PRIMERA MEDIDA»

    1. Cristian, me enorgullece leer tu comentario. Te agradezco por tu calidez y te espero en las próximas columnas para encontrarnos y hablar de fútbol y otras yerbas. Abrazo.

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