EL SAN LORENZO IDEAL Y EL REAL

FUTBOL

Nada fluye con normalidad en San Lorenzo. Sea que se busque activar una cláusula para rescindir el contrato con un jugador, renovar el vínculo con uno de los ídolos máximos del Club o acordar la venta de Ramírez, todo se conduce en las sombras, de espaldas al socio, filtrando información que no se animan a transmitir institucionalmente, presos de sus desmanejos económicos. Repasemos sólo algunos de los últimos conflictos públicos en San Lorenzo, para terminar de graficar la ecuación.

La mediática y conflictiva salida de Platti. Una situación que debía ser sencilla. Se trataba de activar una cláusula pactada, instrumentada en un acuerdo entre partes, por la cual el Club podía finiquitar el contrato del jugador. En un San Lorenzo ideal, nunca se hubiera repatriado a Platti, un tipo que se fugó en la final de una Copa Libertadores, de avanzada edad, y que iba a solicitar un sueldo acorde a su trayectoria. Menos para que hiciera las veces de “líder de grupo”, algo que nunca fue. Y, a sabiendas de que se iba a activar la cláusula de rescisión, como mínimo se debían tener abonados en tiempo y forma los compromisos asumidos con el jugador, para evitar toda posible controversia. Pero en el San Lorenzo real, donde la repatriación de Platti obedeció pura y exclusivamente a un capricho de Tinelli, se mal alimentó el ego del pronto a ser ex jugador,se dejó crecer en el vestuario un conflicto que decantó en un patetico raid mediático del que se fugó de la final de la Copa, a quien como además le debían mucho dinero, lejos de querer acordar en buenos términos, judicializó su partida, reclamándole a la Institución 3 millones de dólares.

La filtración de los números de la renovación de Torrico. A esta altura nadie puede dudar de que el Cóndor es uno de los máximos ídolos de la Institución. Y no sólo por sus logros deportivos. Sebastián es trabajador, respetuoso, profesional. Entiende perfectamente lo que es San Lorenzo de Almagro. Nueve arqueros le trajeron en todos estos años, muchos de los cuales firmaron contratos mucho más elevados que los que se le dieron al 12. Mientras Torrico escribía historia, cobraba dos o tres  veces menos que Monetti o Navarro. En la que puede ser una de sus últimas renovaciones, Torrico pidió un reconocimiento. En un San Lorenzo ideal, nunca se le hubieran traído nueve arqueros, mucho menos con los sueldos de algunos paquetes que lo único que hicieron fue deshonrar la camiseta del Club, y todos estos años el 12 hubiera cobrado un sueldo acorde a todo lo que representa. Pero en el San lorenzo real, la respuesta institucional, encabezada por Arreceygor, fue filtrar el monto pretendido por Torrico, para exponerlo a la opinión pública, buscando usufructuar un hipotético descontento en la gente, que nunca llegó, ya que todos cerramos filas atrás del arquero.

Las declaraciones de Julián Palacios y Fernando Monetti. Hace pocos días el pibe agarró un micrófono y con la misma valentía con que defiende los colores del Ciclón en cancha, arremetió contra los dirigentes del Club. El volante azulgrana desnudó todos los problemas estructurales de San Lorenzo a nivel inferiores, y el maltrato recibido por su hermano y varios de los juveniles. En el mismo plano, pero en el extremo exactamente opuesto, el impresentable de Fernando Monetti dio una entrevista, días antes del partido con Boca, recordando la lesión del Yacaré Herrera tras un foul de Ángel Romero, lo que en su momento fue utilizado por el periodismo al servicio de LA-TI cuando la estrategia consistía en operar contra los gemelos para que se fueran del Club. El arquero en conflicto con la Institución, ya que pretende cobrar una abultada deuda a cambio de rescindir su contrato, reflotó entonces una situación compleja, ya largamente saldada. En un San Lorenzo ideal, no se hubiera intentado regalar a Julián a Talleres, ni se hubiera boludeado a su hermano Matías, se respetaría a los juveniles del Club, se honrarían las deudas, no se hubiera contratado – y menos vuelto a contratar a Monetti – y existiría una línea seria, ordenada y rigurosa sobre la relación entre jugadores y prensa, para que entrevistas como éstas, no existieran. Pero en el San Lorenzo real, cada cual maneja su agenda personal, dice lo que quiere, cómo quiere y dónde quiere, con mayor o menor razón, ante la silenciosa mirada de una dirigencia que no tiene argumentos para ordenar los humores o imponer directrices que busquen cuidar la imagen de la Institución.

La venta de Ramírez. Es importante, en este caso, hacer un breve paréntesis: todo lo que sabemos de la venta de Ramirez es la información que filtran los microfonitos latinizados al servicio de la dirigencia. Nada dijo el jugador ni su entorno. Nada dijeron San Lorenzo de Almagro y Boca Juniors de manera institucional. Ahora bien, si tomamos como cierto todo el relato oficial que diseminan a través de sus empleados, Juan Ramírez habría abandonado la concentración del Club a horas del debut en el torneo porque Juan Román Riquelme lo habría llamado confirmándole que lograría acordar su venta a Boca. Por su parte, San Lorenzo no habría dado el visto bueno a dicha venta, en términos que no habrían sido acordados, por lo que el jugador tomó la decisión de bajarse del partido contra Arsenal a pesar de los deseos del Club. Agregan los microfonitos latinizados más osados, que la decisión de Juan Ramírez se dio sin el consentimiento de su manager. Por lo que, en resumen, y en razón del relato oficial “extraoficial” , Boca no tuvo códigos, el jugador no tuvo códigos, y San Lorenzo fue, apenas, la víctima de una extorsión que decantó en la venta por monedas de uno de los jugadores más importantes del Plantel. En este escenario, y dando por cierto todo lo que nos han presentado, es dable concluir que el Club hizo absolutamente todo mal. 

En un San Lorenzo ideal, primero, no se le venden jugadores a Bover. Eso no pasa. Es, hasta en un punto, una cuestión de imagen y de marca, no sólo de competitividad. Y en un escenario como el expuesto por la dirigencia, se rompen relaciones institucionales con Boca, se sanciona económicamente al jugador (quien, vale aclarar, tenía contrato hasta diciembre 2023), se lo reintegra al plantel y se le busca una venta en diciembre a cualquier destino, menos a Boca. De esa manera se hace respetar a San Lorenzo puertas afuera, y también se baja un mensaje claro y contundente puertas adentro, para que el resto de los jugadores entienda que, en un Club serio, así no se pueden conducir las negociaciones. En el San Lorenzo real, con un poder de negociación disminuido porque se le debía dinero al jugador y porque los que dibujan balances necesitaban la venta para acomodar los números de los Estados Contables 2020-2021, no hubo comunicación oficial sobre lo sucedido, no se expresó el Presidente del Club, no hubo sanción al jugador, no sólo no se rompieron relaciones institucionales con Boca, sino que se siguió negociando con ellos y, finalmente, se lo terminaron vendiendo a Riquelme por monedas.

Se podría seguir horas. La renovación de Peralta Bauer, la salida de Coloccini, la huida de Lucero, la escandalosa negociación de Di Santo que no se termina yendo a Boca porque Boca se niega a pagar el monto ridículo que le abona San Lorenzo. Abundan los ejemplos.

Todas estas situaciones, si bien diferentes, confluyen a la hora de comprender que la naturaleza de todo conflicto se explica en un claro déficit de gestión y el vaciamiento económico de la Institución. La dirigencia de San Lorenzo no tiene autoridad moral. El Club no tiene orden económico. Sin autoridad moral y sin orden económico, ¿cuál es el margen que tienen los dirigentes para hacer respetar al Club? ¿Cómo impedir que los jugadores se paseen en los medios diciendo lo que se les ocurra cuando no se honran los compromisos asumidos con ellos y se los maltrata continuamente? ¿Cómo podrían exigir discreción para el tratamiento de las cuestiones institucionales si después filtrás los números de la renovación de uno de los máximos ídolos del Club? ¿Cómo le vas a vender un jugador a Boca? ¿Qué dice eso del rol que debiera ocupar San Lorenzo en el fútbol argentino? ¿Cómo no se rompen relaciones institucionales con Boca si das a entender que Boca alimentó la extorsión de un jugador? Y si Ramirez presionó para forzar una mala venta, ¿cómo no está trotando alrededor de una cancha? ¿Qué clase de imagen se le brinda a propios y extraños sobre la delicada vulnerabilidad en la que nos encontramos?

En las respuestas a esas preguntas está la enorme distancia que existe entre el San Lorenzo ideal y el San Lorenzo real.

AUTOR: Manuel P. Astesiano Agote

Socio de San Lorenzo Nro. 9.588 Integrante de DBV Abogado

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