CONTATE OTRO (PARTE 9)

HISTORIA

El 18 de mayo de 1931, la disidente Liga Argentina de Football inauguró el Profesionalismo y sepultó cuatro décadas de intentos fallidos de formalizar la práctica de este deporte en el país. Aunque agonizó durante otros tres años, el Amateurismo nunca se recuperó de ese golpe mortal.

La Década Infame fue, paradójicamente, el período durante el cual se gestó un reordenamiento sin precedentes del fútbol argentino en función de una progresiva profesionalización organizativa, económica y normativa, que a su vez promovió un creciente nivel de competitividad deportiva. Esto no significa, por supuesto, que desde 1931 hasta nuestros días no se hayan registrado anomalías (las hubo y muy significativas, dedicaremos un capítulo específico -el próximo- a este tema), pero sí que las irregularidades dejaron de ser lo regular. Se convirtieron, a diferencia de lo sucedido en el período precedente, en lamentables excepciones a la regla.

Sin embargo, aún quedaba un paso más por dar. En 1930, la Asociación Amateurs Argentina de Football (AAAF) tenía un último torneo por ofrecer. Disputado por los 35 equipos del certamen anterior más el ascendido Honor y Patria, el campeonato se desarrolló entre el 23 de marzo y el 29 de junio, luego entró en receso por la disputa del Mundial en Uruguay, se reanudó el 17 de agosto, volvió a detenerse hacia fines de diciembre y principios de enero de 1931, y se completó entre el 8 de marzo y el 12 de abril de ese año. El “título” quedó en manos de Boca, que acumuló cinco puntos de diferencia sobre su más inmediato perseguidor (Estudiantes de La Plata), mientras que los dos puestos de descenso fueron ocupados por Honor y Patria y Argentino del Sud. A la hora de reseñar las incidencias, debe destacarse que el empate en un gol entre Excursionistas y Ferro se convirtió –por la vía de los escritorios– en victoria del primero. Además, hubo entrega de puntos en siete cotejos (del local a la vista en Racing-Talleres y Argentino del Sud-Estudiantes de Buenos Aires, y en sentido opuesto en Sportivo Barracas-Argentino del Sud, Ferro-Honor y Patria, San Fernando-Racing y Almagro-Gimnasia y Esgrima La Plata). Y se suspendió la nada despreciable cifra de 19 partidos, cuya definición varió según el caso. Nueve de ellos no prosiguieron ni se alteró su resultado: Argentino de Quilmes 2 – Gimnasia y Esgrima 1 (con 61 minutos jugados), Estudiantes (BA) 1 – Atlanta 0, Barracas Central 1 – Independiente 0, Excursionistas 0 – Sportivo Buenos Aires 1, San Lorenzo 3 – Estudiantil Porteño 1, Estudiantes de La Plata 6 – Excursionistas 0 (45’), Boca 2 – Estudiantes La Plata 1 (85 minutos), Defensores de Belgrano 2 – San Isidro 1 (75’) y Estudiantes de La Plata 4 – Sportivo Buenos Aires 0 (75’). Tres no continuaron, pero su resultado fue modificado: Sportivo Palermo 1 – Chacarita 1 (se le dieron los puntos al visitante), Argentino del Sud 0 – Sportivo Buenos Aires 0 (con sólo 10 minutos jugados, se le dio por perdido al local) y Huracán 3 – San Fernando 3 (no está claro si llegaron a transcurrir 60 ó 75 minutos, pero se convalidó como triunfo para el anfitrión). Cuatro más continuaron con diferentes grados de delay: Barracas Central 0 – Ferro 1, Argentino de Banfield 0 – Independiente 1, Estudiantil Porteño 2 – Boca 1 y Banfield 2 – Ferro 0. Y, finalmente, otros tres se disputaron de nuevo desde cero: Quilmes 2 – Defensores de Belgrano 0 (en primera instancia igualaban 0-0 hasta los 42’), Argentinos 1 – Chacarita 0 (empatan en un tanto a lo largo de 45’) y El Porvenir 0 – San Lorenzo 5 (el tanteador estaba 2-2 en 55’).

El 18 de mayo de 1931 se produjo la escisión definitiva, el hito que los principales estadígrafos de nuestro fútbol consideraron fundacional y que un grupo de revisionistas -con cierto consenso y apoyo mediático, hay que reconocerlo- hoy intenta negar. La creación de la Liga Argentina de Football (LAF) dio respuesta a la necesidad de oficializar el carácter profesional de un deporte que lo pedía a gritos, que ya no podía darse el lujo de mirar para otro lado a la hora de blanquear el sustento de quienes lo practicaban, que tenía que situarse a la altura de la pasión que empezaba a suscitar entre quienes lo seguían y que ya no debía ser manejado con la lasitud de quienes lo conducían. Todavía no se había completado la primera fecha de un nuevo certamen, cuando estalló una masiva huelga de futbolistas que reclamaban, esencialmente, el reconocimiento de su situación de asalariados y la regularización de los traspasos entre equipos. La medida de fuerza decantó en la salida de la AAAF de 18 clubes, entre los que figuraban los de mayor convocatoria. Estos 18 disidentes (Argentinos Juniors, Atlanta, Boca Juniors, Chacarita Juniors, Estudiantes de La Plata, Ferro Carril Oeste, Gimnasia y Esgrima La Plata, Huracán, Independiente, Lanús, Platense, Quilmes, Racing Club, River Plate, San Lorenzo, Talleres de Remedios de Escalada, Tigre y Vélez Sarsfield) dieron origen a lo que actualmente conocemos como la Era Profesional del Fútbol Argentino. Marcaron un antes y un después irrevocable en la historia de este deporte.

La suya es una historia, por supuesto, bastante más conocida que la previa, la del Amateurismo (entre otras razones, porque hay registro escrito de cada pequeño paso que se dio desde entonces, y registro fotográfico y/o audiovisual de sus episodios más significativos). Pero antes de volver a ella, resta echar luz sobre los que perdieron el tren del Profesionalismo con todas las letras y hacer foco en el alto precio que pagaron por su decisión.

Anulada la fecha que había comenzado a disputarse el 10 de mayo, para junio de 1931 la debilitada AAAF cambió su nombre a Asociación Argentina de Football Amateurs y Profesionales (AAFAP) y puso en marcha un nuevo campeonato. Inicialmente participaron de él 17 escuadras: Almagro, Argentino de Quilmes, Argentino de Banfield (cuya denominación mutó a Argentino de Lomas a partir de la 10º jornada), Banfield, Barracas Central, Colegiales, Defensores de Belgrano, El Porvenir, Estudiantes de Buenos Aires, Estudiantil Porteño, Excursionistas, Nueva Chicago (ascendido), San Fernando, San Isidro (promovido “a dedo”), Social y Sportivo Buenos Aires (resultado de la fusión entre Sportivo Buenos Aires y Social y Deportivo Buenos Aires), Sportivo Barracas y Sportivo Palermo. No obstante, San Isidro abandonó la AAFAP y el certamen a la cuarta fecha (ante lo cual sus cuatro presentaciones fueron anuladas). Resulta impactante, por cierto, pensar desde el presente en lo mucho que sufrieron para prosperar y volver a posicionarse en la elite de nuestro fútbol -si es que lo hicieron, si es que no desaparecieron- estas instituciones. Al cabo de 15 jornadas, Almagro y Estudiantil Porteño igualaron en lo más alto de la tabla de posiciones, con 26 unidades por bando, lo que los llevó a una final en la cancha de Sportivo Barracas. Con una convocatoria estimada de 4.000 espectadores, el 27 de diciembre Estudiantil Porteño se impuso 3-1 y así se quedó con el “título”. Más allá de lo acontecido con San Isidro y del descenso de San Fernando (que apenas pudo cosechar dos unidades en todo el certamen), debe reseñarse que dos clubes se quedaron con los puntos por el retiro de su rival: Social y Sportivo Buenos Aires versus Argentino de Banfield y Estudiantil Porteño versus Argentino de Quilmes. Asimismo, se registraron abandonos en tres juegos que no continuaron: Barracas Central 1 -Social y Sportivo Buenos Aires 4, Excursionistas 3 – El Porvenir 1 (iban 75 minutos) y Argentino de Quilmes 4 – Estudiantes de Buenos Aires 2 (30’). Finalmente, tres instituciones cedieron los puntos al no presentarse al encuentro programado: Argentino de Lomas en su visita a Colegiales, Defensores de Belgrano como local de Social y Sportivo Buenos Aires, y Sportivo Barracas como anfitrión de  Sportivo Palermo.

Para 1932, la Primera División de la AAFAP contaba con 17 integrantes: 15 de los 16 equipos que habían completado el torneo anterior (sin el descendido San Fernando) más los ascendidos Liberal Argentino y All Boys. Se mantuvo el formato de “todos contra todos”, pero en esta ocasión a lo largo de dos ruedas, a celebrarse entre los días 20 de marzo y 28 de enero del año siguiente. Debe consignarse que en el transcurso de la competencia Argentino de Banfield se fusionó con Temperley para conformar Argentino de Temperley. Otra anomalía la aportó Sportivo Palermo, que se desafilió tras disputar 24 de los 32 cotejos (había ganado 10 y empatado cuatro), por lo que automáticamente perdió sus últimos ocho sin jugar. Ya descendido, se fusionó con Palermo y en la temporada siguiente siguió jugando en Primera, rebautizado Club Atlético y Sportivo Palermo, como si nada hubiera pasado. El otro descenso previsto debía dirimirse entre Nueva Chicago y Sportivo Buenos Aires, que habían compartido la anteúltima colocación. En la cancha del primero igualaron en dos goles, mientras que en la del segundo lo hicieron en uno. Se llevó a cabo un tercer match, pensado como definitivo, en Estudiantes de Buenos Aires, pero una nueva igualdad (2-2) colmó la paciencia de los organizadores, quienes -para no programar un cuarto juego- recurrieron a un disparate al que ya habían echado mano en el pasado: suprimir este segundo descenso, y listo. También se suspendieron 10 compromisos, de los cuales sólo dos continuaron (Barracas Central 1 – Colegiales 2 y Colegiales 1 – Liberal Argentino 1); siete no prosiguieron (Estudiantes de Buenos Aires 1 – Nueva Chicago 0, Estudiantes de Buenos Aires 1 – Defensores de Belgrano 2, Sportivo Buenos Aires 4 – Estudiantil Porteño 2, Banfield 1 – Argentino de Temperley 0, Estudiantil Porteño 2 – Argentino de Temperley 1, Sportivo Barracas 4 – Sportivo Buenos Aires 1 y Barracas Central 4 – Excursionistas 1) y a uno se le alteró el resultado (Liberal Argentino 1 – Banfield 1, que fue consignado como victoria para el local). Liberal Argentino ganó los puntos en su visita a Sportivo Barracas (pese a que habían empatado 1-1), lo mismo que le sucedió a Almagro en su excursión a Sportivo Palermo (donde había caído 2-0) y a Defensores de Belgrano como visitante de Argentino de Temperley (había sido derrotado 2-1). Los locales se quedaron con los puntos sin necesidad de jugar en nueve partidos (en Banfield-Sportivo Buenos Aires, Argentino de Temperley-Sportivo Barracas, Barracas Central-Almagro, Sportivo Buenos Aires-Argentino de Quilmes, Defensores de Belgrano-Banfield, Excursionistas-El Porvenir, Estudiantil Porteño-Sportivo Buenos Aires, Argentino de Temperley-Estudiantes de Buenos Aires y El Porvenir-All Boys), en tanto que los visitantes lo hicieron dos veces (en Argentino de Quilmes-Defensores de Belgrano y Estudiantil Porteño-Sportivo Barracas). Por otro lado, se desconoce la fecha de disputa de seis contiendas. El “campeonato” quedó en poder de Sportivo Barracas, que llegó a las 47 unidades y superó por cinco a su escolta, Barracas Central.

Por la supresión de los descensos y por los ascensos de Sportivo Dock Sud, Sportivo Alsina y Sportivo Acassuso, en 1933 el número de participantes aumentó a 20. Ante ello, la AAFAP decidió reponer el formato de una sola rueda. El desarrollo del certamen, que se hizo efectivo entre el 2 de abril y el 12 de noviembre, parece haber sido llamativamente prolijo. Amén de que los descensos fueron nuevamente suprimidos, los estándares organizativos no parecen propios del Amateurismo. Apenas puede mencionarse la falta de registro del día en el que se llevaron a cabo cuatro juegos y la entrega de puntos del team visitante en cuatro partidos: Nueva Chicago-Defensores de Belgrano, Palermo-Sportivo Buenos Aires, Estudiantil Porteño-Barracas Central y Liberal Argentino Estudiantil Porteño. La Segunda División no corrió con la misma suerte, pero ese es otro tema. Dock Sud terminó ganando el certamen al acaparar un punto más que Nueva Chicago y dos más que Banfield.

Por las mismas razones de espacio que me condicionaron a limitar este relevamiento a la Primera División y a no profundizar en los desastres que tuvieron lugar en las distintas categorías menores durante la Era Amateur, me ahorraré una larga y compleja explicación sobre lo dictaminado por la AAFAP en el ascenso (imaginen el peor desaguisado normativo posible y se quedarán cortos). Es menester centrarse, entonces, en el último campeonato de esta entidad, el de 1934. Para el mismo, fueron promovidos Ramsar, Gutenberg y General San Martín (son nombres de clubes, sí), lo que elevó a 23 el total de competidores. Este “todos contra todos” de una rueda, materializado entre el 15 de abril y el 28 de octubre, significó una nueva “consagración” para Estudiantil Porteño, que en 22 jornadas sumó 36 unidades, tres más que Banfield. Entre las incidencias registradas figuran cuatro entregas de puntos de la visita al local (en Nueva Chicago-Sportivo Acassuso, Sportivo Acassuso-Defensores de Belgrano, Gutemberg-All Boys y Palermo-Gutemberg), tres cotejos suspendidos que no fueron reanudados (Palermo 0 – Colegiales    1, Defensores de Belgrano 1 – Sportivo Barracas 0 y Gutemberg 7 – Sportivo Barracas 0) y un match igualado que se le dio por perdido al anfitrión (Ramsar Sport Club 1 – Estudiantes de Buenos Aires 1).

Los créditos finales de una eventual película de la AAFAP irían acompañados de una música verdaderamente triste. El 3 de noviembre de 1934, la Asociación se resignó a fusionarse con la Liga Argentina de Football (LAF) para conformar la Asociación del Football Argentino (la actual AFA, cuyo nombre se castellanizó recién en 1946). La operación fue claramente desventajosa para los 23 equipos que completaron la temporada: 16 pasaron a formar parte de la Segunda División de la AFA, mientras que cinco fueron arbitrariamente dirigidos a la Tercera División (General San Martín, que venía de alcanzar el 6º puesto; Sportivo Alsina, que se había colocado 8º; Sportivo Acassuso, 10º; Ramsar, 21º, y Palermo, 23º) y otros dos optaron por la desafiliación total (Gutenberg y Liberal Argentino).

Así, la informalidad del Amateurismo quedaba formalmente abolida. Se consolidaba la Era Profesional, un período que -como veremos en la próxima entrega (y como hemos sufrido varias veces en carne propia)- no estaría exento de irregularidades, pero que dotaría al fútbol argentino de las colosales dimensiones que hoy tiene. Una instancia superadora, que encarrilaría a este deporte en la senda de la seriedad y lo dotaría de sus actuales implicancias económicas, políticas y socioculturales.

AUTOR: Carlos Balboa

Socio 12.236. Socio Refundador 2.045. Miembro de DBV. Periodista.

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