CONTATE OTRO (PARTE 3)

HISTORIA

Los años fundacionales de nuestro fútbol (1891-1900) constan de un “arranque en falso” (con una asociación no reconocida por la AFA) y ocho campeonatos de entre cuatro y siete participantes (!) plagados de irregularidades que un revisionismo con intereses particulares intenta homologar a los títulos del Profesionalismo.

En su tentativa de abolir la clásica distinción entre la Eras Amateur y Profesional, distinción desde hace décadas basada -entre otros factores- en la total irregularidad organizativa que rigió durante el primer período, los teóricos de la “Revolución Homologadora” sostienen inicialmente dos argumentos atendibles: A) que entre un lapso del denominado ‘Amateurismo marrón’ que incluye los campeonatos disputados entre 1927 y 1930 y los primeros torneos del Profesionalismo no se registran grandes diferencias de fondo; y B) que desde 1931 hasta nuestros días el Profesionalismo no dejó de estar signado por diversas irregularidades organizativas.

Son, como dije, dos argumentos atendibles, pero insuficientes para homologar el estatus de los lauros de una y otra Era.

En el fútbol local se habla de ‘Amateurismo marrón’ (o ‘Profesionalismo encubierto’) para designar lo acontecido en la década de 1910, cuando de manera solapada ciertos clubes empezaron a remunerar por sus servicios a sus futbolistas. Esta práctica se generalizó en los años ’20 (mala noticia para los idealizadores del “romanticismo amateur”), a tal punto que algunos revisionistas señalan que lo único que cambió a partir de 1931 fue que los contratos cobraron fuerza legal (como si resultara un detalle menor que se instauraran derechos laborales para los jugadores y se formalizaran las reglas del mercado de pases). Lo cierto es que, más allá de blanquear la relación salarial entre clubes y futbolistas, el Profesionalismo representó un antes y un después en materia organizativa, normativa, de registro histórico, de competitividad y de federalismo. Es con el Profesionalismo, en definitiva, que el fútbol argentino adquirió un marco de desarrollo estable que hizo de este deporte lo que es hoy.

Eso no significa desconocer los años fundacionales (los “años locos” de nuestro fútbol). Todo lo contrario, la idea es tener muy presente el pasado a la hora de dimensionar en su justa medida el valor (anecdótico) de, por ejemplo, los títulos ganados por Alumni hace más de un siglo o el “heptacampeonismo” de Racing.

Con la unificación a fines de la década del ’20 de las dos ligas existentes (la oficial Asociación Argentina de Football y la disidente Asociación Amateurs de Football), hay quienes juzgan que los campeonatos desarrollados en 1927, 1928, 1929 y 1930 lucen homólogos a los que se celebraron -ya durante el Profesionalismo- en los años inmediatamente posteriores. Suele citarse como ejemplo que Boca ganó tanto el título del ’30 como el del ’31 con buena parte del mismo plantel. En realidad hay diferencias de consideración entre uno y otro torneo, pero incluso sin ellas esta supuesta equivalencia no bastaría para soslayar el hito fundacional que significó la reestructuración de 1931.

Dado que no pueden negar la absoluta precariedad organizativa de la Era Amateur, quienes aspiran a equipararla con la Profesional suelen enumerar las incongruencias e irregularidades detectadas desde 1931 hasta la actualidad. Lejos estaré de desmentir que las hubo -y las hay-, pero la diferencia fundamental radica en su carácter excepcional. Mientras que en el Amateurismo lo irregular resultó constitutivo (lo caótico fue la regla), en el Profesionalismo emergió de manera ocasional (fue la criticable excepción).

Obviamente, podemos mencionar incidencias como la fusión obligada de clubes en 1934 (con aberraciones como Argentinos-Atlanta y Talleres-Lanús), el insólito campeonato en el que los empates se dirimieron con tiros desde el punto penal (1988/89), o -una decisión cuyas consecuencias aún siguen vigentes- los 10 ascensos en un semestre para la conformación de un torneo de 30 equipos, entre otros desatinos históricos del Profesionalismo. Incluso merecen un capítulo aparte (y lo tendrán) dos “títulos de liga de un sólo partido” que hoy la AFA valida para River (1936) y Vélez (2013), y que en algún momento habrá que reformular. Pero no podemos decir, como en el caso del Amateurismo, que todas y cada una de las competiciones disputadas estuvieron teñidas de irregularidades que las desvirtuaron por completo.

¿Quieren hacer revisionismo? Está bien, pero hagámoslo en serio.

El primer torneo de fútbol argentino del que se tiene cierto registro (lo de “cierto” obedece a que ni siquiera están disponibles todos los datos) fue concertado en 1891 por la denominada Argentine Association Football League (que la AFA no reconoce como antecesora). Sin la posibilidad de adentrarnos en las circunstancias particulares en las que por entonces se practicaba el balompié (difíciles de imaginar desde nuestra perspectiva contemporánea), lo que se sabe es que apenas seis equipos se inscribieron en el certamen, todos ligados a la acomodada comunidad británica de Buenos Aires. Uno de ellos, Hurlingham FC, ni siquiera se presentó a jugar un sólo partido. Con seis triunfos, un empate y una derrota por bando, Old Caledonians y Saint Andrew’s compartieron el primer puesto. Y aunque Saint Andrew’s venció 3-1 a Old Caledonians en una suerte de final, la Asociación le dio el título por ganado a ambas escuadras. Ya habíamos arrancado mal.

En 1892 el panorama no mejoró: la Argentine Association Football League no sobrevivió a su experiencia inicial, por lo que esa temporada no hubo fútbol “organizado”.

Hubo que esperar hasta el año siguiente, con la creación de The Argentine Association Football League (sí, con el artículo “The” como distintivo), para que se volviera a jugar un torneo. Dada la escasa cantidad de clubes participantes (cinco), quedó estipulado que se enfrentaran tres veces entre sí. Para colmo, dos equipos decidieron retirarse en plena competencia: Buenos Aires English High School abandonó luego de disputar siete partidos, mientras que Buenos Aires al Rosario Railways lo hizo tras jugar ocho. Quilmes Club embarró aún más la cancha, ya que no se presentó a su tercer cruce con Flores Athletic. La Asociación cortó por lo sano: resolvió finiquitar el certamen antes de lo previsto, al anular la tercera ronda. Con siete triunfos y un empate, Lomas Athletic Club fue considerado “campeón” de este verdadero aborto organizativo que la “Revolución Homologadora” hoy quiere poner a la par de cualquier título de liga del Profesionalismo.

Para 1894 los equipos afiliados pasaron a ser siete, aunque uno de ellos (Buenos Aires and Rosario Railway) se retiró sin participar del torneo, el cual se llevó a cabo a lo largo de dos ruedas celebradas entre los meses de mayo y septiembre. Lomas Athletic -que ganó ocho partidos y empató dos- volvió a consagrarse “campeón” invicto. Hasta el día de hoy se desconocen los resultados de tres cotejos.

Al año siguiente, con un total de seis clubes inscriptos, Lomas Athletic Club repitió desempeño y corona. Aunque sólo se jugaron 30 encuentros en todo el torneo, no existe el registro del resultado de siete de ellos.

En 1896 volvió a reducirse la ya magra cantidad de participantes, que se limitó a cinco. En esta oportunidad el primer puesto quedó en manos de Lomas Academy (seis triunfos, dos empates, sin derrotas), el equipo alternativo de Lomas Athletic, que quedó tercero. Es por ello que algunos estadígrafos también le asignan este título a Lomas Athletic Club. A esta “polémica” se suman las discrepancias acerca de las fechas y los estadios en que se disputaron varios partidos.

El de 1897 acaso pueda considerarse el certamen más “exitoso” del período. Lo jugaron siete equipos, no hubo retiros anticipados ni otros asteriscos en la tabla de posiciones. Al cabo de dos ruedas de “todos contra todos”, Lomas Athletic Club (ya con Lomas Academy disuelto) y Lanús Athletic Club compartieron el primer puesto. El título se dirimió en un tercer partido de desempate (los dos anteriores habían culminado igualados), con victoria de Lomas. Debe destacarse que las tres finales -sí, las tres- se llevaron a cabo en la cancha de este club.

En 1898 volvieron a ser siete los equipos inscriptos (claro que no los mismos siete que la temporada anterior: la discontinuidad siguió siendo una constante). Lomas Athletic Club y Lobos Athletic Club terminaron punteros, con 20 unidades cada uno, pero Lomas se alzó con el título al imponerse 2-1 en la final (esta vez disputada en cancha neutral). La nota la dio Banfield, que después de perder sus 12 encuentros decidió voluntariamente descender a la flamante Segunda División.

El “mamarrachismo” volvió a cotizar alto en 1899, cuando apenas cuatro equipos se anotaron para participar del campeonato. Con cinco victorias y una igualdad, Belgrano Athletic Club puso fin a la hegemonía de Lomas Athletic. Vale resaltar que Lanús Athletic sólo se presentó a dos partidos de los seis y que el match Lomas-Lobos se le dio por ganado a éste último por razones que los registros no especifican.

El siglo se cerró, como no podía ser de otro modo, con un bochorno organizativo más: Lobos Athletic fue eliminado de la liga “por razones de distanciamiento geográfico”. El torneo de 1900, en el que compitieron cuatro equipos, quedó en manos de English High School AC. Un año después, dicho club cambiaría su nombre por el de Alumni y se convertiría en “el más grande lejos” del Amateurismo.

Pero eso quedará para el próximo capítulo de un repaso cronológico, éste, de efectos paradójicos para quienes se valen de “la historia se cuenta completa” como eslogan. Y es que cuanto más se revisa el ayer, menos margen queda para el revisionismo homologador de hoy.

AUTOR: Carlos Balboa

Socio 12.236. Socio Refundador 2.045. Miembro de DBV. Periodista.

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