CONTATE OTRO (PARTE 2)

HISTORIA

¿Te sorprende la desvergüenza de Racing para improvisar un cambio normativo que sacara de la galera una “Copa del Bicentenario” (que luego perderían) o para intentar postularse como “el más ganador de copas nacionales”? Ya habrá tiempo para referirme específicamente a estos disparates o a las 13 estrellas que se borda Huracán en la camiseta. Primero te voy a contar por qué nada de esto debería sorprenderte.

Antes de adentrarnos en el debate sobre una eventual unificación de títulos e historiales en el fútbol argentino se debe echar luz sobre la procedencia del reclamo. Lejos de ser paladines de una rigurosidad estadística general, los revisionistas unificadores defienden intereses particulares.

La argumentación ad hominem tiene demasiada mala prensa. Es cierto, no debe darse por sentada la falsedad de una determinada información, sin analizar su contenido, sólo en función de quién la emitió (“si lo dijo Fulano, es mentira”). Pero tampoco puede desconocerse inocentemente la fuente, mucho menos cuando la misma es una parte interesada en el asunto.

No es casual, en ese sentido, que los principales difusores de un revisionismo futbolero carente de criterio contextual -un revisionismo que decide equiparar al Amateurismo con la Era Profesional y homologar certámenes de todo tipo y rango- sean simpatizantes de los clubes a los que mejor les fue en dicho período histórico semi-organizado y en dichas competencias irregulares. Ellos podrán replicar, por supuesto, que tampoco resulta casual que se refute su pretensión desde la defensa de los colores que no tuvieron tanta suerte en tales instancias (o que ni siquiera existían durante parte de ellas). Y ambas conjeturas son válidas. El problema es cuando quiere investirse de “objetividad” y “sentido común” lo que desde el vamos emerge de la “subjetividad” y el “interés propio”. El problema es cuando se invisibiliza la procedencia interesada de la información.

Desde hace un par de temporadas, las transmisiones de “Fútbol Para Todos” incorporaron los partidos disputados en las distintas asociaciones del Amateurismo a los historiales que se presentan en la previa de cada encuentro. La decisión había pasado más o menos desapercibida hasta el enfrentamiento entre Boca y San Lorenzo, en la fecha 23 del Torneo de Primera División 2015, cuando la diferencia de 10 cotejos en favor del Ciclón (serían 11 luego del match) figuraba “por arte de magia” achicada a tres. Ante las críticas recibidas a través de las redes sociales, el reconocido periodista Alejandro Fabbri -quien hace pocos años pensaba bastante distinto- justificó la decisión al señalar que la “unificación” era fruto del acuerdo de “la enorme mayoría de los historiadores y estadígrafos del fútbol argentino”.

En rigor de la verdad, dicho “consenso” procede de un grupúsculo de alrededor de 10 personas con una creciente capacidad de lobby, íntimamente vinculadas con el Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF), organización que se autodefine como “una entidad sin fines de lucro cuyos objetivos son investigar, divulgar y promover los distintos aspectos de la historia del fútbol argentino y mundial, en un marco de convivencia, intercambio de información y debate”. Como se verá a continuación, la composición de este “G-10” del revisionismo mal aplicado habla por sí sola.

Para comenzar a poner nombres y apellidos a los artífices de esta “Revolución Homologadora”, debe citarse al periodista Roberto Guidotti, co-conductor del programa radial “Quemeros en Línea”, colaborador del portal “Patria Quemera” y co-autor del “Libro Oficial del Centenario de Huracán”. Y es que el propio Guidotti menciona en una entrevista a los otros nueve grandes impulsores de la particular movida revisionista (la información entre paréntesis puede chequearse fácilmente en la web): Alberto Di Sanzo (socio de Racing Club y referente de la agrupación “Paso a Paso Racinguista”); Hernán Martínez Escudero (socio de Racing Club, integrante de “Paso a Paso Racinguista”, presidente de la filial “Tres de Febrero” de Racing Club y egresado de la “Academia de Dirigentes” de Racing Club); Sebastián Tesler (socio de Racing Club, integrante de “Paso a Paso Racinguista” y egresado de la “Academia de Dirigentes” de Racing Club); Diego Estévez (miembro del CIHF, autor de los libros “38 Campeones del Fútbol Argentino”, “320 Superclásicos”, “Historia de un Siglo Azul y Amarillo” e “Historia de un Siglo Rojo y Blanco”, entre otros); Sergio Brignardello (actual presidente de la Asamblea de Representantes del Club Atlético Boca Juniors y presidente de la Subcomisión de Historia del Departamento de Cultura de Boca Juniors); Guillermo Schoua (miembro del CIHF, historiador oficial del Club Atlético Boca Juniors y creador de la web www.historiadeboca.com.ar); Martín Viñes (miembro del CIHF e hincha de Racing Club); Carlos España (miembro del CIHF, hincha de Racing Club y colaborador en el libro “La Historia del Primer Más Grande (1898-1931)”), y Fernando Paso Viola (historiador de Racing Club y autor del libro “La Historia del Primer Más Grande (1898-1931)”).

O sea que quienes lideran la pretensión de reescribir los historiales y equiparar los títulos del Amateurismo y todo tipo de competiciones irregulares extintas con los lauros de la Era Profesional son hinchas (y, por lo general, activistas) de Racing, Boca y Huracán, los tres equipos que resultarían más beneficiados si se convalidara semejante dislate unificador.

En más de un caso, los citados exhiben un nivel de fanatismo que difumina cualquier vestigio de “objetividad” en su discurso. Adulados por las plaquetas honoríficas y el reconocimiento que sus propias instituciones les vienen prodigando por sus labores “arqueológicas”, llegan a jactarse vía Twitter de su poder de lobby para instalar el “nuevo conteo de títulos” hasta en los álbumes de figuritas.

Ahora bien, ¿invalida esta condición de “parte interesada” el reclamo revisionista? No necesariamente. Lo que sí hace es echar por tierra la pretendida “imparcialidad” con la que en un principio parecía estar planteado el asunto. Que nadie se haga el desentendido: acá hay intereses en juego. Y no sólo desde lo deportivo o desde lo “folklórico”, sino también desde lo económico (vaya paradoja: la disputa por los laureles del romanticismo amateur es, en el fondo, una disputa por el vil metal).

Hay instituciones empequeñecidas por el peso de décadas y décadas de fracasos que en su desesperación por bordarse estrellas del pasado lo que en verdad intentan es reposicionarse como marca exitosa del presente. La movida busca ser funcional a un Boca que suma “peras con manzanas” para superar a River en una estadística que viola todas las leyes de la ídem, y -sobre todo- a un Huracán que se atreve a replantearse como “ganador” (aunque sus orígenes -y los de muchos otros equipos- prueben que “grande se nace” sea una falacia absoluta) y a un Racing que últimamente se comercializa “positivo” y como “el primer grande” (aunque, siguiendo estrictamente su razonamiento, esa denominación le correspondería a Alumni), sin omitir el enorme sarcasmo de que la firma de indumentaria que viste a su plantel se haya valido del eslogan “recuperemos el espíritu amateur” para vender camisetas.

En definitiva, una vez identificada la fuente, y una vez establecida su condición de “parte interesada” en un asunto que está lejos de ser pueril -una vez que todos estamos sin máscaras-, ahora sí, debatamos el contenido.

AUTOR: Carlos Balboa

Socio 12.236. Socio Refundador 2.045. Miembro de DBV. Periodista.

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