¿DE QUÉ BARRIO SOS? (PARTE I DE IV)

TRIBUNA VUELTA A BOEDO

Soy de Boedo, de Almagro, de Parque Chacabuco, de Caballito, de Flores. Soy de los 100 barrios porteños y estoy en todas las provincias argentinas. Soy, también, de cada rincón de América. En su momento conquisté Europa. Y fui a Japón (cuando vos fuiste, yo fui y vine). Me queda chico el planeta: tengo un sueño en cada estrella. Soy San Lorenzo, y no hay límites para mi grandeza.

La pregunta, no exenta de burla, parte desde la tribuna de enfrente. «¿De qué barrio sos, San Lorenzo?«, nos cantan. Lo hacen tratando de herirnos, pero en cambio sólo consiguen de nuestra parte una sonrisa socarrona y una respuesta atronadora que nos infla el pecho de orgullo: «¡Soy de Boedo, de Boedo yo soy!«. Intentando el gaste, la pifian y la pifian feo. Azuzan el fuego de una pasión egocéntrica -¿para qué negarlo?-, que sabe arder más fuerte cuando habla de sí misma. Demuestran, además, una doble ignorancia de la que luego te voy a hablar.

San Lorenzo, como su nombre lo indica, nació en Almagro. Más precisamente en la mítica esquina de México y Treinta y Tres Orientales, donde un grupo de pibes se juntaba a jugar a la pelota en la calle, hasta que el Padre Lorenzo Massa les permitió hacerlo en el Colegio San Antonio (México 4050). Por aquel entonces (1908), Boedo no existía como tal, sino que era un territorio compartido por lo que hoy son Almagro, San Cristóbal y Parque Patricios. La oficialización de sus límites recién se dio en 1972.

Inicialmente el Club hacía de local en el campo de juego ubicado detrás de la capilla, pero en 1914 registró su primera mudanza: alquiló una cancha en Martínez, provincia de Buenos Aires, entre las calles Pueyrredón, Estrada, Güemes y Pedro Goyena (actualmente, una manzana residencial). ¿A que no lo sabías?

Acaso tampoco sepas que al llegar a la Primera División, en 1915, la exigencia de un estadio con mayor capacidad nos llevó a Caballito, donde alquilamos la cancha de Ferro.

Lo siguiente, sí, es bastante más conocido. El Gasómetro de Avenida La Plata al 1700 se inauguró en 1916, y allí se escribió la historia grande de San Lorenzo hasta su pérdida en 1979.

De aquí y de allá

Luego vino el deambular por distintos estadios, una época agridulce de nomadismo y amor propio, de penurias económicas y fiesta popular, hasta la inauguración en 1993 del Pedro Bidegain, situado en Perito Moreno y Varela, donde limitan Nueva Pompeya y Villa Soldati, zona a la que suele denominarse con el eufemismo de «Bajo Flores».

Así llegamos hasta nuestros días, con la utopía vuelta destino, la locura de unos pocos convertida en realidad para todos, la recuperación del espacio arrebatado en Boedo, proyectando el nuevo estadio en Av. La Plata.

Además de la sede social en Boedo y de las 27 hectáreas de la Ciudad Deportiva en Pompeya, San Lorenzo tiene una subsede en el barrio de Montserrat (Avenida De Mayo 1373) y supo tener otras, por caso, en el Microcentro (Galería Jardín), Caballito (Rivadavia y Av. La Plata, y Víctor Martínez, entre Rivadavia y Juan Bautista Alberdi) e inclusive Puerto Madero.

Por densidad demográfica, la mayoría de la masa societaria azulgrana vive en Parque Chacabuco, Caballito y Boedo, en ese orden, más allá de la profusa presencia de cuervos en toda la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires. Asimismo, el Club cuenta con innumerables peñas a lo largo y ancho del país, y en distintos puntos del planeta. Somos de todas partes y estamos en todos lados.

Pero volvamos al cantito de los otros, el de la doble ignorancia. Por un lado, quienes nos preguntan de dónde somos no reconocen -no quieren reconocer- que la identidad sanlorencista fuertemente arraigada en Boedo trasciende la ubicación geográfica de tal o cual instalación o predio del Club. Al fin y al cabo, ninguna otra hinchada tiene tan presente a su barrio de pertenencia en cada una de sus manifestaciones públicas (cantos, causas, movilizaciones) como la Gloriosa.

Por otro, desconocen su propia historia, y esto habla de su falta de identidad casi tanto como de su envidia por nuestra completa identificación boedense. No hay club, dentro del fútbol argentino, que en su momento no haya experimentado una o más mudanzas, ni tampoco que actualmente disponga de todos sus terrenos y sedes en una misma jurisdicción barrial.

¿Acaso te sorprendería hallar el origen de River en la Boca o el del Rojo de Avellaneda en el centro porteño? ¿Qué hay de los parquepatricenses que celebraron su centenario bajo el lema «100pre en el mismo barrio», aunque en realidad nacieron en Pompeya? ¿Y qué decir del club de Liniers, fundado en Floresta, que tuvo canchas en Mataderos y Villa Luro?

A esos y otros casos me voy a referir, archivo histórico mediante, en próximas entregas. No te las pierdas y -ya que estamos- no te pierdas: te voy a sacar a pasear por toda la ciudad.

AUTOR: Carlos Balboa

Socio 12.236. Socio Refundador 2.045. Miembro de DBV. Periodista.

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