ZONCERAS AZULGRANAS 8: RECLAMAR LA UNIDAD

CULTURA

Recuerdo que, antes de las elecciones de diciembre pasado, muchos se rasgaban las vestiduras pidiendo “unidad”. Recurrentes críticas recibieron las fuerzas opositoras por no presentar una lista única. En efecto, eran acusadas de “hacerle el juego” a un Oficialismo que, al final de cuentas, terminó sacando poco más de 500 votos. (Algunos dirán que, en realidad, la verdadera continuidad del Oficialismo acabó ganando, pero ésa es otra discusión).

El punto es que se le exigía a la Oposición aunar criterios para conformar un sólo bloque con más chances de triunfar en los comicios, haciendo caso omiso de los aciagos ejemplos de alianzas fallidas que no sólo pueblan la historia política sanlorencista, sino también la nacional. No importaba que las agrupaciones tuvieran ideas y proyectos dispares, mucho menos lo que pudiera pasar con ellas -y con la Institución- una vez conseguido el objetivo de tomar las riendas del Club: “había que unirse por el Bien de San Lorenzo”.

Las elecciones han quedado atrás, con el resultado que todos conocemos. Triunfó una fórmula que pregonaba la “unidad” de la Familia Azulgrana (posiblemente uno de los escasos argumentos que no había “tomado prestado” de sus competidores). Una unidad ficticia, claro, una unidad para el afiche, que amenazaba con resquebrajarse (tal como sucedió) a la primera de cambio. Pero unidad al fin.

A nueve meses (todo un parto) de esa consagración, con el peor escenario posible en lo institucional, lo económico y lo deportivo, hoy el reclamo de “unirse” y de “tirar todos juntos para el mismo lado” vuelve a hacerse escuchar. Ahora bien, ¿qué implica realmente un pedido semejante?

Nadie duda de que, en su inmensa mayoría, quienes quieren “la unidad sanlorencista” tienen sanas intenciones. Pero incluso siendo sanos, incurren en dos errores garrafales. Por un lado, no entienden que toda idealización de la “unidad” es utópica (y esto no se aplica sólo a San Lorenzo), porque las Instituciones no se componen de otra cosa más que de hombres, y es sabido que allí donde se encuentran dos voluntades humanas tarde o temprano surge una contradicción. Y, por otro -y esta equivocación es más grave-, no comprenden que lejos de beneficiar al Club, la unidad en la debacle es funcional al perjuicio y salvaguarda al que daña.

¿Acaso tiene sentido unirse con alguien que expresa y defiende una idea, un valor o una acción que se encuentra en las antípodas de las ideas, los valores o las acciones propias? ¿Le estoy haciendo un Bien a San Lorenzo al brindarle mi respaldo a quien cobra suculentos “peajes” para que un futbolista sea contratado? Si el Club se encamina al abismo, ¿no vale mil veces más la resistencia que el apoyo? ¿Si a la Oposición se le niega su legítimo rol de oponerse a lo que cree injusto o erróneo, que rol le tocaría desempeñar? Y cuando se solicita “tirar para el mismo lado”, ¿de qué lado estamos hablando? ¿Para qué lado están tirando a San Lorenzo últimamente?

Hay demasiado para exigir, en el CASLA, antes que reclamarle cohesión a lo necesariamente desigual. Muy distinto sería este presente si en vez de “unidad” hubiéramos elegido “coherencia”, y si en lugar de repetir un inocuo “todos juntos” ahora pidiéramos que rodaran cabezas.

AUTOR: Carlos Balboa

Socio 12.236. Socio Refundador 2.045. Miembro de DBV. Periodista.

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