ZONCERAS AZULGRANAS 2: NATURALIZAR EL FRACASO

CULTURA

Incorporadas como axiomas en nuestra azulgranidad cotidiana, una serie de zonceras nos impiden proyectar el club que soñamos: un San Lorenzo digno, poderoso, orgulloso de su identidad y orientado hacia el éxito internacional. Basta detenerse un instante en su análisis para que las mismas resulten obvias, pero ocurre que lo obvio pasa con frecuencia inadvertido, precisamente, por serlo. Afortunadamente, en cuanto el zonzo analiza la zoncera, deja de ser zonzo. Bienvenidos a una nueva entrega del MANUAL DE ZONCERAS AZULGRANAS.

Resulta invariable: apenas San Lorenzo pierde toda chance lógica o matemática de pelear por un título -lo cual pasa cada vez con mayor frecuencia y más temprano que tarde-, en medio de la bronca generalizada se alza alguna voz que, con admirable sangre fría, minimiza el fracaso bajo la pretendida autoridad de las estadísticas. “No seamos exitistas, nunca fuimos River ni Boca, a lo largo de su historia San Lorenzo salió campeón cada 13 torneos”. Palabras más, palabras menos, ése es el argumento elegido por más de uno para consolarse en la derrota. Otro consuelo de zonzos, claro.

Según esta mediocre justificación, poco importa si al Ciclón se le escapó un título sin competidores fuertes, o si renunció al objetivo mayor unas 10 fechas antes del final del certamen. Tampoco toma en cuenta la llegada al éxito de equipos menos poderosos ni el crecimiento de los mismos con el paso del tiempo y la acumulación de laureles. Lo principal es resignarse a la (falsa) creencia de que el fracaso signó la mayor parte de nuestra historia, y que (más falso aún) dicha tendencia se mantendrá incólume a perpetuidad.

Se trata de una falacia que hace agua por todos los frentes. Pero, en pos de sintetizar, no puede soslayarse que San Lorenzo está lejos de ser un club perdedor: es el cuarto equipo más ganador de la historia del Profesionalismo (tiene 11 coronaciones locales y dos copas internacionales, además de pelear con Independiente el tercer puesto en la tabla histórica de AFA desde 1931). Dicho de otro modo, y más allá de los vaivenes del presente, si a priori los sanlorencistas no podemos aspirar a la vuelta olímpica (¡o al menos a pelear la mayor parte de los campeonatos hasta el final!), ¿quiénes sí pueden tener ese derecho?

Nuestra condición de “club grande” del fútbol argentino no sólo se sustenta en los logros deportivos conseguidos o por conseguir, estamos de acuerdo. Pero tampoco puede prescindir totalmente de ellos. Y acostumbrarse a las derrotas definitivamente no tiene un ápice de grandeza. Aspirar a la gloria no basta para acceder a ella. Pero sí es una condición necesaria para tener alguna posibilidad de alcanzarla. Y, tal como lo ejemplifica un caso geográficamente cercano, confundir la ambición y el deseo de superación con el mero exitismo conduce inexorablemente a la decadencia.

Del fracaso no se aprende. Se aprende del sufrimiento que conlleva el fracaso. No nos puede dar lo mismo pelear un torneo hasta las últimas consecuencias que vegetar en la mitad de la tabla, hay que apuntar siempre hacia lo más alto. Atestiguar los festejos ajenos no nos debe parecer lógico y natural. No hay amparo estadístico que valga: perder nos tiene que doler.

AUTOR: Carlos Balboa

Socio 12.236. Socio Refundador 2.045. Miembro de DBV. Periodista.

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