Los hinchas de San Lorenzo marcharán este martes a la Legislatura de manera multitudinaria para demostrar que la Vuelta a Boedo ya no es de «algunos loquitos» y así exigir Justicia por los daños que causó la dictadura al club de Boedo. A continuación, un informe que explica de lo que hablamos.
El 24 de marzo de 1976 la Junta Militar integrada por Videla, Massera y Agosti tomó el poder dando comienzo a la peor dictadura de la historia argentina. Los argentinos no la olvidaremos jamás. Los sanlorencistas, menos todavía.
Con el paso de los meses, luego del golpe de estado, comenzaron a tomar relieve algunos personajes del gobierno de facto que más tarde pasarían a integrar la lista de apellidos malditos para cualquier hincha de San Lorenzo. El Brigadier Cacciatore, por ejemplo.
La Junta lo designó intendente de Buenos Aires. El militar con veleidades de urbanista rápidamente mostró su voluntad de cambiar muchas cosas en la ciudad, siempre bajo el signo del autoritarismo. Lamentablemente, el Gasómetro de Boedo no pasó desapercibido ante sus ojos. Un estadio de fútbol popular, ubicado en el corazón de la ciudad, «antiguo», debe haber sido demasiado para las concepciones autoritarias, netamente funcionalistas de Cacciatore.
A él no le iban a venir a hablar de identidad, de historia del pueblo, de barrio, de carnavales. Comenzó el ataque.
En primer lugar, se decretó la apertura de las calles Muñiz y Salcedo, lo que implicaba seccionar el estadio en 4 partes. Para incrementar la presión, el 22 de agosto de 1979 la Ordenanza 35.160 decretó la pérdida de los terrenos en el Bajo Flores otorgados por el convenio de 1965. Cacciatore quería dejar en claro hasta dónde estaba dispuesto a llegar.
En diciembre de 1979 la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (MCBA) amenazó con clausurar el Gasómetro y exigió reformas de imposible concreción. Finalmente, San Lorenzo comenzó a capitular.
La rendición quedó reflejada en la Ordenanza 35.637 del 24 de marzo de 1980, que clasifica al predio dentro del distrito de zonificación E3, supuestamente para desarrollar un «complejo urbanístico con locales comerciales».
Tan sólo 7 meses después de quitárselos, la MCBA le devolvió los terrenos del Bajo Flores a San Lorenzo. Pero le quitó 4500 m2 para la construcción de una escuela que satisficiera las necesidades educativas de los habitantes del «complejo urbanístico», que el club se obligó a ceder en forma gratuita.
El 15 de febrero de 1983 la Ordenanza 38.696 derogó la apertura de las calles Muñiz y Salcedo. En 1980, era urgente; 3 años después, innecesaria.
La saña con que la dictadura atacó a San Lorenzo resulta difícil de explicar. Tal vez influyó que en el Gasómetro de Avenida La Plata tuvo lugar una de las primeras apariciones públicas de las Madres de Plaza de Mayo.
El periodista Amílcar Romero, experto en la historia de la violencia en nuestro fútbol, agrega un elemento a tener en cuenta. Allá por 1976, Montoneros buscaba eventos populares, masivos, para desafiar ante miles de personas la persecución militar. Los partidos de fútbol eran un lugar perfecto a tal fin. Ante esto, los militares estaban especialmente atentos a la exhibición de banderas de Montoneros en los estadios. Romero relata que la hinchada de Huracán, en varios partidos, exhibió estandartes de la agrupación guerrillera, pero también afirma que los militares pensaban que la hinchada de San Lorenzo era una de las más infiltradas por Montoneros.
Sea por estas razones, o por otras desconocidas, el daño que la dictadura militar le causó a San Lorenzo de Almagro fue devastador.
El relato habitual sobre la dictadura y los clubes de fútbol suele tratar exclusivamente de los equipos especialmente favorecidos. River Plate y Vélez Sarsfield, que se beneficiaron con remodelaciones de sus estadios, son los ejemplos más evidentes. Hay otros casos menos conocidos, como Boca Juniors, que trataremos a continuación.
El 4 de setiembre 1979, el intendente Cacciatore sancionó y promulgó la Ordenanza Municipal Nº 35.176 (Boletín Municipal Nº 16.100) en la que admite que «el Club Atlético Boca Juniors ha caído en incumplimiento de lo establecido por la Ley Nº 16.575» (por la cual se le cedían los terrenos de la Ciudad Deportiva con cargo a que realizara una serie de obras, entre las que se incluía un nuevo estadio) y que el predio «… juntamente con las obras incompletas realizadas, han pasado … al dominio de esta Municipalidad». ¿Extorsionó Cacciatore también a Boca? Nada de eso.
Cacciatore otorgó nuevos plazos y privilegios al CABJ: eliminó la obligatoriedad de la construcción del estadio y solo fijó la obligación de construir piletas de natación, pista de patinaje y canchas de tenis, básquet, voley y fútbol. Arbitrariamente, pues el Intendente no podía modificar una ley nacional, fijó como último plazo de cumplimiento el 31/12/82 y estableció que una vez terminadas las obras «… adaptáranse las medidas pertinentes para que se escrituren las tierras que forman la Ciudad Deportiva, transfiriendo el dominio a favor del Club Atlético Boca Juniors hasta un máximo de 59 hectáreas». Un detalle, no menor: originariamente la ley establecía que Boca recibiría 40 hectáreas.
O sea, Boca incumplió su obligación y Cacciatore le entregó 19 hectáreas adicionales.
Finalmente, el 15 de abril 1982, Cacciatore sancionó y promulgó la Ordenanza Municipal Nº 37.677 (Boletín Municipal Nº 16.757), en la que se da «… al Club Atlético Boca Juniors por cumplidas las obras a que se refiere la Ordenanza Nº 35.176, y en consecuencia por satisfecho el cargo impuesto por la donación» y por lo tanto se le otorga «… posesión legal de los terrenos que conforma la Ciudad Deportiva, con todo lo plantado en ellos, y procédese a otorgar la correspondiente escritura traslativa de dominio a su favor, dejándose constancia que dicho inmueble no podrá ser enajenado» (en 1989 el Congreso Nacional autorizaría a Boca a vender el terreno).
Boca jamás construyó nada de lo más importante previsto por la Ley Nacional; apenas cumplió con algunas ordenanzas (las ordenanzas no pueden modificar una norma superior, tal como una Ley). Sólo se construyeron una confitería y algunas canchas.
¿Eran dos personas distintas el intendente inflexible con San Lorenzo y el otro, el que iba adecuando las ordenanzas a los incumplimientos de Boca y además le cedía 19 hectáreas más? No, se trataba de la misma persona, el Brigadier Cacciatore.
Como decíamos, el relato habitual de la relación dictadura-clubes siempre habla sobre las instituciones beneficiadas (aunque como vimos, se trata de ocultar a algunos favorecidos), nunca sobre los clubes que resultaron perjudicados por el gobierno de facto.
ANTE ESTO DECIMOS: ES HORA DE COMPLETAR ESE RELATO Y, COMO SOCIEDAD, REALIZAR LAS COMPENSACIONES NECESARIAS PARA QUE LAS ABERRACIONES PERPETRADAS POR LA DICTADURA NO SIGAN VIGENTES.
Ningún club de la Argentina fue tan perjudicado por la dictadura como San Lorenzo de Almagro. Quien quiera oír, que oiga.
Para San Lorenzo el daño fue inmenso, difícil de mensurar. Perdimos casi el 100% del espacio físico en Boedo. Muchas actividades perdieron sus instalaciones sin tener reemplazo en la Ciudad Deportiva. Los socios se encontraron prácticamente sin un lugar propio para reunirse, teniendo en cuenta el estado de la Ciudad Deportiva en 1980.
Pasamos de ocupar un lugar central, abastecido por varios medios de transporte (incluso el subte), con actividad comercial, rico en cultura, seguro para transitar incluso de noche a otro lugar de la ciudad poco urbanizado, inundable, casi sin historia, con una oferta de transporte mucho más pobre, nula actividad comercial e inseguro incluso durante el día.
El club perdió miles de socios, y los que conservó de manera forzada debieron mantener una relación más lejana con la institución. Para el socio ir a San Lorenzo era cruzar la calle, encontrarse con sus vecinos practicando deportes y de un día para el otro pasó a ser subir a un colectivo, caminar por zonas descampadas e inseguras y rogar por conseguir transporte durante la noche.
El sanlorencista de repente percibió que el contacto personal con sus directivos era dificultoso. Las Asambleas y reuniones de Comisión Directiva se realizaban lejos, muchas veces de noche, dificultando el control de la gestión.
La imagen y el prestigio del club tuvieron un impacto durísimo. Para muestra basta un botón: nunca más San Lorenzo organizó recitales, ni convenciones políticas, ni eventos deportivos o culturales multitudinarios ajenos al fútbol local, salvo excepciones que se cuentan con los dedos de una mano. Para no hablar del notable daño a la imagen institucional ocasionado por deambular por estadios alquilados durante 14 años.
En De Boedo Vengo decimos que San Lorenzo fue «desboedizado». No solamente se borró la presencia física del club en Boedo sino que, más nefasto aún, se borró a Boedo, a nuestra historia, nuestra identidad, de la mente de la inmensa mayoría de los sanlorencistas.
El dolor suele ser un aliado incondicional del olvido y en nuestro caso, juntos, lograron vencernos durante 20 años. Ganaron algunas batallas, pero no la guerra, porque a partir de 2001, pese al dolor que se mantiene, el olvido comenzó a ser derrotado.
Tibiamente al principio, pero con más fuerza cada día, los sanlorencistas comenzamos a luchar por lo que nos fue arrebatado. Al principio fuimos tratados como locos simplemente por decir que San Lorenzo debía volver a Avenida La Plata, que era una necesidad y un acto de justicia.
Hay historias que las sociedades se resisten a ver, aún teniéndolas frente a sus ojos. En este punto, es difícil no recordar a las Madres de Plaza de Mayo. A ellas también, al principio, las trataron de locas.
La lucha por la Vuelta tomó una energía imparable. Prueba de ello fue la Ley de Reparación Histórica de 2007, por la cual la Legislatura devolvió a San Lorenzo el terreno de 4500 m2 que en 1980 el club, bajo extorsión, cedió a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires supuestamente para construir una escuela.
La escuela nunca se construyó y, por buena voluntad de los socios de San Lorenzo, el terreno se acondicionó y utilizó como espacio recreativo durante más de 2 décadas.
Es clave comprender que la devolución del predio citado no fue una compensación por el enorme daño recibido. Simplemente, el GCBA devolvió a San Lorenzo un predio cedido (bajo extorsión durante un gobierno de facto) para un fin que nunca se concretó.
El legislador Francisco Talento, uno de los impulsores de la Ley de Reparación Histórica, reconoció en aquellos días de 2007 que la devolución del predio en Mármol y Salcedo compensaba muy parcialmente al club por los daños recibidos.
Lo dijimos en la Audiencia Pública en la Legislatura en 2007 y lo repetimos hoy: no pedimos una limosna, pedimos justicia para San Lorenzo.
Hemos enumerado en párrafos anteriores los daños sufridos por el club durante más de 30 años. La expresión monetaria de tales perjuicios es poco menos que incalculable. A duras penas los sanlorencistas logramos mantener a San Lorenzo como asociación civil sin fines de lucro (sin lo cual no estaríamos hablando de restitución alguna). No dudamos que otras instituciones, ante semejante daño, hubieran desaparecido.
Hoy los legisladores de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tienen la posibilidad no solamente de reparar una enorme injusticia sino también de contribuir al desarrollo urbano de Boedo y aledaños.
La implementación del Proyecto La Gloriosa (o similar), tal vez complementado por otras inversiones públicas en las adyacencias, significará el desarrollo de un verdadero polo cultural y deportivo de gran escala en el Sur, del que hoy carece esa zona de la ciudad. Localizado en la puerta del área más postergada de la ciudad, contribuirá fuertemente a cambiar la imagen urbana del sur de Buenos Aires.
Por bastante menos de lo que cuesta la construcción de un kilómetro de subterráneos, los legisladores pueden dar su contribución esencial para que en un futuro cercano ese rincón de Boedo se transforme en un lugar único de la ciudad, como supo serlo en el pasado.
El 12 de abril estaremos en las calles haciendo oír nuestro reclamo de justicia, para que los legisladores lo escuchen y comprendan (los que aún no lo hayan hecho) que el reclamo de San Lorenzo es legítimo y que detrás de él hay un pueblo que nunca dejará de luchar por volver a Avenida La Plata.
AUTOR: Marcelo Castillo
Miembro Integrante de DBV. Socio de San Lorenzo. Economista. Magister en Economía Urbana.